Paul Van Doren, cofundador de la empresa Vans, cuyas emblemáticas zapatillas del sur de California eran vanagloriadas por algunos patinadores y que fueron un éxito internacional, falleció a los 90 años.
La compañía, con sede en Costa Mesa, al sureste de Los Ángeles, anunció el viernes en redes sociales la muerte de Van Doren, pero no proporcionó detalles.
“Paul no era sólo un empresario; era un innovador”, dijo la empresa. “Los atrevidos experimentos de Paul en diseño de productos, distribución y marketing, junto con su habilidad para los números y la eficiencia, convirtieron una empresa familiar de calzado en una marca reconocida mundialmente”.
Van Doren abandonó la escuela secundaria y se mudó al sur de California desde el área de Boston. Van Doren, su hermano James (quien murió en 2011) y los socios comerciales Gordon Lee y Serge Delia abrieron Van Doren Rubber Co. en el condado de Orange en 1966, donde fabricaban y vendían su propio calzado. Al principio, batallaron para producir suficientes productos para llenar las cajas de calzado en los estantes de la tienda.
Van Doren dijo a la revista Los Angeles Magazine el mes pasado que tenía dos décadas de experiencia en la producción de calzado, pero nunca en tiendas.
“La primera persona me dio un billete de 5 dólares, un par de zapatillas costaban 2,49 dólares”, dijo en la entrevista, después de publicar sus memorias “Authentic”.
“Pero no tenía dinero en la caja registradora, así que le di las zapatillas” sin pagar, dijo Van Doren. “Terminamos vendiendo 16 de los 18 pares de zapatillas ese día. ¿Sabes qué? Le dije, ‘regresa luego a pagar’. Todas esas personas regresaron y pagaron”.
El hijo de Van Doren, Steve Van Doren, dijo que la visión de su padre ayudó a convertirlo en un empresario exitoso.
“Mi papá era un hombre de sistemas”, dijo Steve Van Doren al periódico Los Angeles Times en 2009.
“Hacía cosas como poner códigos de color a las cajas: azul para hombres, verde para mujeres y naranja para niños. De tal forma que podías ver con qué inventario contabas. Sólo abría tiendas que tuvieran ventana libre a la derecha de alguna calle, porque pensaba que era la mejor forma de captar la vista de alguien que conducía cuando pasaba por allí”.
Van Doren también permitió que las personas pidieran calzado personalizado. Expandió la base de clientes al permitir que varios diseños se vendieran en todas partes, desde tiendas de surf hasta tiendas departamentales.
En su libro “Authentic”, Van Doren consideró que la clave del éxito era dar a los clientes lo que querían. “Si es un diseño a cuadros, si son rosas y amarillos brillantes, o si resulta que son dinosaurios o un cráneo con huesos cruzados, escucha su opinión sobre colores y diseños”.