Además de su espíritu indoblegable, hubo otro motivo por el que Serena Williams peleó hasta el final. No quería que concluyera el partido, su participación en el Abierto de Estados Unidos ni su carrera incomparable.
Y si no cambia de parecer, sus minutos finales en una excelsa trayectoria tenística de un cuarto de siglo, en la que jamás se resignó a que alguien le dijera que algo era imposible, se recordarán por un último intento de montar una de sus clásicas remontadas.
Williams quería otra victoria emblemática, y logró que los espectadores se rindieran a sus pies en el estadio Arthur Ashe, para captar el momento histórico con las cámaras de sus teléfonos.
La campeona de 23 torneos del Grand Slam se sacudió cinco match points para prolongar el duelo de más de tres horas. Pero no pudo hacer más.
Fue eliminada del US Open en la tercera ronda el viernes, al caer por 7-5, 6-7 (4), 6-1) ante Ajla Tomljanovic, en lo que probablemente fue el último encuentro en la carrera de la estadounidense.
“Había estado antes en desventaja... Nunca me rindo”, dijo Williams. “En mi carrera, nunca me he rendido, ni en los partidos. Definitivamente no iba a hacerlo esta noche”.
Williams cumplirá 41 años este mes y dijo recientemente al mundo que está lista para “evolucionar” fuera de las pistas. Expresó sin embargo que no le gustaba la palabra “retiro”.
Y aunque volvió a las ambigüedades cuando habló de si esta era su última aparición en Flushing Meadows, muchos suponen que lo fue.
“Este ha sido el recorrido más increíble que he tenido en mi vida”, dijo Williams, mientras la lágrimas rodaban por sus mejillas poco después de que su último disparo se quedó en la red. “Estoy muy agradecida con cada persona que ha dicho en su vida: ‘¡Vamos, Serena!’”.
Cuando se le preguntó si podría reconsiderar su decisión, respondió: “No lo creo, pero una nunca sabe”.
Un poco después, en la conferencia de prensa y ante las preguntas persistentes, Williams bromeó: “Siempre me ha encantado Australia”, el país que será anfitrión del próximo torneo de Grand Slam, en enero.
En caso de que esta haya sido su última actuación, sirvió para emocionar a sus más fervientes admiradores, con un esfuerzo digno de sus mejores días en este torneo sobre canchas duras, donde ganó seis de sus campeonatos individuales de Grand Slam.
El primero llegó en 1999, precisamente en Nueva York. Williams tenía sólo 17 años entonces.
Al final, no pudo ante Tomljanovic, de 29 años y 46ta del ranking.
Williams dilapidó ventajas en cada set, incluido el último, en el que tenía una ventaja de 1-0, antes de perder los siguientes seis games.
En un momento del segundo set, un pie de Williams se atoró, y la tenista local cayó en la cancha, soltando la raqueta. Finalizó con 51 errores no forzados, 21 más que Tomljanovic.
Williams permitió que una ventaja de 5-3 se esfumara en el set inicial. Hizo algo similar en el segundo, al desperdiciar delanteras de 4-0 y 5-2. Requirió de cinco set points para finalmente llevarse esa manga.
Estuvo 4-4 en el desempate, lo que significa que tres puntos más podrían sentenciar su derrota. Pero disparó un ace de 117 mph y un winner de derecha para coronar un intercambio de 20 golpes.
Luego, observó cómo Tomljanovic dejaba largo un disparo.
Pareció que el partido se había inclinado del lado de Williams. Pero no consiguió el tipo de remontada que logró tantas veces en su trayectoria.
“¡Dios mío, muchas gracias! Ustedes, chicos, fueron asombrosos hoy. Lo intenté”, dijo Williams a los espectadores, con las manos en las caderas, antes de agradecer también a sus padres, su marido y su hermana mayor Venus, siete veces monarca de majors.
“No sería Serena si no hubiera una Venus. Así que gracias, Venus”, comentó. “Ella es la única razón por la que Serena Williams existió siquiera”.
La derrota de Williams, sumada a la de Bianca Andreescu ante Caroline García en la misma jornada, significa que habrá una campeona inédita en este US Open.
Con información de AP