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Con playera de Argentinos Juniors, Alberto Fernández, mandatario de Argentina, despide a Maradona

El presidente arribó a la Casa Rosada, sede del Gobierno, para rendir honores al futbolista fallecido el miércoles a los 60 años.

El mandatario de Argentina, Alberto Fernández, colocó una playera de Argentinos Juniors en el féretro de Diego Armando Maradona, quien es velado este jueves en la Casa Rosada, sede del Gobierno.

La camiseta es de la escuadra donde 'Pelusa' militó de 1975 a 1981, tras estar en Los Cebollitas y Estrella Roja.

Fernández también desplegó dos pañuelos pertenecientes a la organización Madres de Plaza de Mayo, usados por las líderes de derechos humanos para cubrirse la cabeza durante sus rondas en reclamo de la aparición de sus seres queridos desaparecidos durante la última dictadura militar (1976-1983).

El exfutbolista era muy cercano a las Madres y otras dirigentes humanitarias como las Abuelas de Plaza de Mayo.


El Gobierno argentino decretó tres días de luto nacional por el deceso del venerado por los hinchas de Boca, Nápoles, entre otros.

Miles de personas despiden al artífice de 'La mano de Dios' haciendo largas filas afuera del recinto, pese a la pandemia de COVID-19.

Varios fanáticos se enfrentaron a la policía en las inmediaciones de la Casa Rosada, situada en la Plaza de Mayo, en el centro de Buenos Aires, y tiraron las vallas instaladas para controlar el flujo de personas.

Finalmente, los agentes pudieron contener los desbordes y ordenaron las filas de quienes iban ingresando al recinto oficial.

Los pamboleros argentinos arribaron a la Casa Rosada durante la noche.

Dentro, en un vestíbulo principal y tras un largo parapeto por detrás del cual desfilaba la gente, se encuentra el féretro cerrado con los restos del excapitán de la selección campeona en el Mundial de 1986, cubierto por una bandera argentina y por decenas de camisetas de distintos clubes de futbol arrojadas por los visitantes.

El retirado jugador falleció en la víspera de un paro cardíaco en la vivienda de las afueras de Buenos Aires donde se había recluido para recuperarse de una operación de edema craneal el pasado 3 de noviembre.

Quienes desfilaban ante el ataúd de madera lanzaban besos al aire, se golpeaban el pecho con el puño y gritaban "Vamos Diego". Otros lloraban desconsoladamente.

El velatorio comenzó de madrugada con una ceremonia íntima para familiares y allegados, antes de permitir el acceso del público.

Con información de AP

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