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Eliud Kipchoge: galopar el alma

Con 34 años, el maratonista más veloz de la historia querrá romper su propio récord mundial el domingo próximo en la Maratón de Londres, la tercera de 6 Majors.

Quienes lo han corrido lo saben: el último de los 42 kilómetros de una maratón es el infierno. Las piernas se acalambran, el pecho se oprime, los pulmones piden aire, la vista se nubla. La mente quiere seguir; el cuerpo no responde. En los rostros de los corredores hay muecas de dolor, ojos desorbitados, llanto…

Eliud Kipchoge no. Él sonríe. No por los miles de euros ni los récords mundiales. Sonríe porque correr fue la única forma que encontró para sobrellevar su infancia en la siempre convulsa Kenia.

Con 34 años, el maratonista más veloz de la historia querrá romper su propio récord mundial de 2 horas, 1 minuto y 39 segundos el domingo próximo en la Maratón de Londres, la tercera de las seis Majors.

No todo ha sido éxito en su vida. La guerrilla le arrebató a su padre cuando era muy pequeño. Para ir a la escuela, caminaba tres kilómetros diarios y cargaba bidones de leche de su casa al mercado del centro de Nandi, donde trabajaba su madre, quien no podía mantener a él y a sus cuatro hermanos con su sueldo de maestra de preescolar.

Si no tiene una línea de calzado deportivo o una bebida energética con su nombre es porque su estilo de vida se parece más a la de un monje franciscano que a la de un atleta de élite. Y eso que fue reconocido por la IAAF como el Mejor Atleta de 2018 y recibió el Premio Laureus a la Mejor Hazaña Deportiva por el récord mundial que consiguió en Berlín en septiembre pasado.

Afincado casi todo el año en las altas tierras de Kaptagat, Kipchoge se entrena en el centro deportivo de Global Sports junto con otros 30 corredores que también se preparan para ser fondistas o maratonistas. Su equipo se llama NN Team y de ahí egresan campeones mundiales y olímpicos: es la cantera de Kenia en el atletismo internacional.

Cada año, científicos deportivos de todo el mundo visitan ese poblado keniano situado a más de 2 mil 400 metros de altura para comprobar que los corredores entrenan con apenas poco más que un par de tenis. Nada más. No hay médicos midiendo el pulso cardiaco ni el lactato. No hay sicólogos. No hay científicos ni ingenieros.

¿Será la ferralita (un tipo de arcilla roja) del Valle del Rift lo que los hace tan resistentes? ¿Serán las condiciones climáticas extremas? ¿Será la fauna salvaje que los rodea?... Son algunas de las preguntas que se han hecho en National Geographic y en Nike, cuyo laboratorio de Oregon se ha dado a la tarea de estudiar a estos atletas diariamente desde hace un par de años.

Los documentales Breaking2 (2017) y Eliud (2019) revelan parte del secreto: el trabajo en equipo. Si bien la maratón es una prueba en solitario —no son pocos los sicólogos que afirman que correr largas distancias significa librar las peores batallas internas—, la fortaleza mental para concluir una prueba tan dura se obtiene a partir del trabajo colectivo.

El del keniano, sin embargo, no es un equipo que obedezca a la fórmula occidental atleta-entrenador-metodólogo-médico-masajista-sicólogo-científico; es más elemental: la vida en familia.

Aunque Kipchoge es el atleta más destacado del equipo, en Global Sports todos se levantan a las 5 de la mañana, realizan calentamientos, corren por el valle, desayunan pan blanco y té, friegan el piso, ordeñan vacas, leen un poco, cocinan, podan el jardín, lavan los baños y discuten sobre futbol, libros y asuntos familiares. El objetivo, dice Eliud, es formar lazos que fomenten la estabilidad emocional. "Esto no se trata de piernas, sino de mente y corazón", afirma el corredor.

Hace unos días, dijo a la revista Runners World: "Un 1 por ciento de todo el equipo es más importante que el 100 por ciento de ti mismo. Confío en que en el futuro la maratón sea un esfuerzo de equipo. Quizá en 10 años sea como el ciclismo o la Fórmula 1, y en ese momento este deporte será muy interesante. No sé si seré capaz de correr una maratón en menos de dos horas, pero sí sé que un día un ser humano va a lograrlo".

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