La leyenda del pugilismo nacional tomó la decisión de inhalar cocaína en el baño del papa Juan Pablo II durante una visita al Vaticano en 1995, así lo reveló su hermano, Rodolfo Chávez, en Julio César Chávez: La verdadera historia, libro de Javier Cubedo.
La biografía publicada en agosto pasado por la editorial Aguilar, relata que El César quiso hacer una pausa en el boxeo y decidió viajar al Viejo Continente, luego de caer con Frankie Randall, pelea que le quitó su récord invicto, señala la revista Quién en su edición digital.
"Quiero ver al Papa de frente, quiero que me reciba en el Vaticano, en privado. Hablen con quien tengan que hablar, quiero ver al Papa", dijo la leyenda mexicana, de acuerdo con la revista especializada.
El pontífice aceptó la visita del mexicano y lo recibió amablemente, cuenta el libro. "Bienvenido, Julio César, es un honor para mí que me honres con tu visita, hijo".
Más adelante entablaron una conversación, según cuenta el hermano del exboxeador mexicano. Julio César aprovechó el momento e hizo un pedido particular: "¿Puedo ver su recámara?" . Enseguida, El César solicitó entrar al baño pero antes de hacerlo murmuró: "Discúlpame, Diosito, perdóname", relata Rodolfo.
"Mi hermano sacó de su pantalón un papel que envolvía cocaína, la distribuyó sobre el mármol para después inhalarla, dejando completamente limpia el área del lavamanos. Julio jaló la palanca del excusado para que pensarán que entró al baño por otra cosa"..
Chávez regresó con el Papa y continuaron recorriendo los pasillos del Vaticano. Más tarde, "Juan Pablo le dijo que estaba orgulloso de la carrera que había hecho como boxeador y le dio su bendición".