Los mercados financieros pueden contribuir en la transición a una economía global baja en carbón y proteger el planeta si con transparencia y el desarrollo de estándares y procesos de verificación detienen el lavado de imagen verde o greenwashing, el auge de títulos financieros etiquetados como verdes por supuestos beneficios medioambientales, sin que puedan demostrarse o comprobarse, indicó Agustín Carstens, gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BIS).
“Las etiquetas verdes y las calificaciones ESG frecuentemente no son suficientemente claras sobre la promesa de beneficios medioambientales y ofrecen poca seguridad que los beneficios se materializarán”, dijo.
El exgobernador de Banco de México llamó a hacer políticas para permitir a los inversionistas una mejor participación en este creciente mercado, mejorando la transparencia y señaló al menos tres formas de detener el “lavado de la imagen verde”.
En primer lugar, detalló que se tienen que desarrollar taxonomías para la transición climática y alinearlas con objetivos de alto nivel como los del Acuerdo de París.
Como segundo punto, se deben desarrollar estándares que permitan a los inversionistas entender exactamente cuáles son los beneficios ambientales.
Asimismo, se necesita desarrollar procesos de certificación y verificación que confirmen que los beneficios ambientales prometidos son actualmente alcanzables.
A la estrategia mercadológica de algunas empresas para presentarse como verdes o amigables con el medio ambiente, sin que lo sean, se le conoce como greenwashing, de green (verde) y whitewashing (encubrimiento’ o lavado de imagen)
“Un cambio estructural en los mercados financieros está ocurriendo muy rápido, así que necesitamos urgentemente asegurar transparencia del mercado e integridad en esta transición. Si queremos evitar una burbuja verde, necesitamos actuar ahora”, alertó.
Para ir de enfoques generales a soluciones específicas, destacó la urgencia de discutir la taxonomía financiera, conceptos para poder homologar y transparentar información financiera en orden de fortalecer la integridad de mercados que se están creando alrededor de las finanzas verdes.
“Los inversionistas crecientemente buscando inversiones con beneficios medioambientales y los mercados financieros han respondido ofreciendo nuevos productos. El monto en circulación de bonos con etiqueta verde se mantuvo en casi 1.2 billones al finalizar 2020. Las inversiones en fondos con mandatos ESG han alcanzado 38 billones por algunas medidas, un cuarto del total global”, comentó.
La imagen del Cisne Negro de la crisis financiera global de 2008 fue utilizada por el BIS para acuñar un nuevo concepto de riesgo verde, una serie de severos eventos climáticos que están destinados a suceder porque son el resultado de las emisiones de gases de efecto invernadero calentando la temperatura promedio del planeta.
“Estamos viendo estos eventos con mayor frecuencia, por lo tanto, abordar este riesgo tan pronto como sea posible y en un modo coordinado, es la mejor manera de preservar la estabilidad financiera”, explicó en el panel de apertura de la Conferencia virtual “Green Swan 2021” que se celebra del 2 al 4 de junio.
Generalizar el precio al carbón
Hacer frente al cambio climático es fundamental para la economía y es fundamental para la estabilidad financiera y entre las acciones prioritarias está el poner precio a las emisiones de carbón, hoy sólo representa al 23 por ciento de las emisiones, dijo Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI)
“Nuestra investigación muestra que, si no pasamos a fijar el precio del carbono, y lo hacemos rápido con una guía sobre cómo subirá la trayectoria del precio del carbono, no vamos a cumplir los objetivos del Acuerdo de París y por lo tanto, la forma en que fijamos el precio del carbono en diferentes situaciones de países y a qué nivel de fijación de precios es una prioridad absoluta”, señaló.