La fragilidad de la liquidez diaria que los fondos de inversión ofrecen a los inversionistas debe atenderse con políticas diseñadas con objetivos bien definidos, acompañada de la gestión del riesgo y las herramientas de supervisión, una vez que estos son cada vez más, actores importantes del sistema financiero internacional, advierte el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los fondos de inversión se han convertido en actores importantes de la economía y el sistema financiero mundiales, al grado de que la participación de los activos financieros mundiales en manos de instituciones financieras no bancarias (IFNB) aumentó al 50 por ciento, y más de un tercio de estos activos correspondió a fondos de inversión.
Con la declaración de la pandemia del COVID-19 en marzo de 2020, los eventos observados en los mercados financieros motivaron la reexaminación comprensiva de la necesidad de una acción política mayor y definitiva en donde se identifique el objetivo principal de la política, la gestión de riesgos y las herramientas de supervisión mejor diseñadas para su cobertura, señaló el organismo en el informe sobre consideraciones de políticas titulado “Fondos de Inversión y Estabilidad Financiera”.
Tanto los desafíos de crecimiento como de estabilidad financiera de los fondos están impulsados por un aumento de su papel en la liquidez, la madurez y la transformación del crédito. Al igual que con los depósitos bancarios a la vista, los inversores de fondos disfrutan de acceso a liquidez diaria, pero también de la promesa de mayores rendimientos.
Sin embargo, a diferencia de los bancos, los fondos de inversión no tienen acceso a los respaldos del gobierno en forma de ventanillas de descuento del banco central y seguro de depósitos. Por tanto, la liquidez diaria puede ser frágil. Esta fragilidad se contiene cuando los fondos invierten principalmente en activos muy líquidos, como acciones de gran capitalización y bonos soberanos de economías avanzadas (EA).
El FMI plantea tres objetivos primordiales de las políticas para los fondos de inversión y el primero es que esta debe de contener la probabilidad y la magnitud de ciclos de retroalimentación adversa, desencadenados por la reacción de los inversionistas a los choques negativos, que pueden conducir a resultados subóptimos desde una perspectiva de política.
“Dada la enorme magnitud del impacto del COVID-19, los inversionistas tenían fuertes incentivos para reasignar sus carteras. Sin embargo, estas preocupaciones válidas pueden amplificar el impacto adverso sobre las valoraciones de los activos y la liquidez del mercado”, señaló.
En segundo lugar, es necesario fortalecer la gestión del riesgo de liquidez para hacer frente a ciclos de retroalimentación adversos y grandes choques adversos. Los fondos de inversión ofrecen a los inversionistas liquidez diaria como lo hacen los bancos en sus depósitos a la vista, pero no se benefician de los amplios respaldos gubernamentales que tienen los bancos (ventana de descuento y seguro de depósitos). Sin embargo, muchos de estos fondos invierten en valores que pueden perder liquidez. Incluso si la póliza contiene riesgo de retroalimentación adversa.
En tercer lugar, la política debe explorar el alcance de mecanismos de negociación y de respaldo del mercado más sólidos para mejorar la liquidez de los activos de los fondos.