Economía

¿Por qué la inflación está tan elevada en Estados Unidos?

Durante el último año el incremento de precios ascendió 7.5%, el más veloz desde 1982.

La pandemia y el confinamiento fueron factores que elevaron la inflación. (Shutterstock)

WASHINGTON (AP) — El año pasado fue una desagradable sorpresa. Y se suponía que era temporal, pero ahora la inflación se ha convertido en una carga financiera para millones de estadounidenses al momento de cargar gasolina, pagar la despensa, comprar ropa, negociar la compra de un auto o pagar el alquiler.

Durante los últimos 12 meses hasta enero pasado, la inflación ascendió a 7.5 por ciento, su crecimiento anual más veloz desde 1982, informó el jueves el Departamento del Trabajo. Incluso si no se toman en cuenta los volátiles precios de los alimentos y la electricidad, la llamada inflación subyacente se disparó 6% durante el último año. También fue el incremento más marcado en cuatro décadas.

Los consumidores sintieron el aumento de los precios en todos los aspectos de la vida diaria. En el último año, el precio de los coches y camiones usados aumentó 41 por ciento, el de la gasolina 40 por ciento, el del tocino 18 por ciento, el de los muebles de alcoba 14 porciento y el de los vestidos para dama 11 por ciento.


La Reserva Federal no anticipaba una oleada de inflación tan severa ni tan persistente. En diciembre de 2020, la Fed había pronosticado que la inflación al consumidor permanecería por debajo del objetivo anual del 2 por ciento y finalizaría 2021 en aproximadamente 1.8 por ciento.

Pero después de pasar prácticamente desapercibida durante décadas, la inflación elevada reapareció este año a una velocidad vertiginosa. En febrero de 2021, el índice gubernamental de precios al consumidor se ubicaba apenas 1.7 por ciento por encima de su nivel del año previo. A partir de ese momento, los incrementos interanuales de precios se aceleraron constantemente: en porcentajes de 2.7 en marzo, 4.2 en abril, 4.9 en mayo, 5.3 en junio.


Para octubre, la cifra era de 6.2 por ciento, para noviembre de 6. 8 y en diciembre llegó a 7.1.

Durante meses, el presidente de la Fed, Jerome Powell, y otros funcionarios describieron los precios más elevados al consumidor como un simple problema “transitorio”, un resultado atribuible principalmente a la demora de envíos y escasez temporal de suministros y mano de obra en un momento en que la economía se recuperaba de la recesión provocada por la pandemia a una mayor velocidad a la que cualquiera hubiese anticipado.

Ahora, muchos economistas esperan que la inflación al consumidor siga siendo alta durante buena parte del año, con la demanda superando a a la oferta en diversas áreas de la economía.

“La inflación sigue siendo el mayor desafío a corto plazo para la economía”, dijo Jim Baird, director de inversiones en Plante Moran Financial Advisors. “Aunque se tiene previsto que la presión sobre los precios se reduzca conforme el año avance, la inflación seguirá por encima del objetivo de 2% de la Fed durante algún tiempo”.

Así que la Reserva Federal ha cambiado radicalmente su estrategia. El mes pasado, el banco central señaló que comenzará una serie de aumentos en sus tasas de interés a partir de marzo. Al hacer esto, la Fed se distancia de las tasas extremadamente bajas que ayudaron a reactivar la economía tras la devastadora recesión que provocó la pandemia, pero que también han contribuido al aumento de los precios al consumidor.

¿Qué provocó el aumento de la inflación?

Fueron buenas noticias, en su mayor parte. Cuando la pandemia paralizó a la economía a mediados de 2020 y entraron en vigor los confinamientos, los negocios cerraron o redujeron sus horarios de operación y los consumidores se quedaron en casa para proteger su salud, los empleadores recortaron una impresionante cantidad de 22 millones de puestos de trabajo. La producción económica se desplomó a una tasa anual del 31 por ciento durante el trimestre de abril a junio de 2020.

Todo el mundo se preparaba para más sufrimiento. Las compañías redujeron sus inversiones y aplazaron su reabastecimiento. El resultado fue una recesión devastadora.

Sin embargo, en lugar de desplomarse hacia una crisis prolongada, la economía logró una inesperada recuperación, impulsada por enormes inyecciones de ayuda del gobierno y la intervención de emergencia de la Fed, que recortó las tasas de interés e implementó otras medidas. Hacia mediados del año pasado, las campañas de vacunación le dieron confianza a los consumidores para regresar a los restaurantes, bares, tiendas y aeropuertos.

De repente, los negocios pasaban apuros para satisfacer la demanda. No podían contratar personal lo suficientemente rápido para cubrir todas sus vacantes —10.9 millones en diciembre— ni comprar suministros suficientes para satisfacer los pedidos. Conforme los negocios se recuperaban, los puertos y estaciones de carga tenían problemas para manejar el tráfico. Las cadenas globales de suministro quedaron rebasadas.

La mayor demanda y la escasez de suministros resultaron en un aumento de costos. Y las compañías descubrieron que podían pasar esos costos más altos por medio de precios más elevados a los consumidores, muchos de los cuales habían logrado acumular ahorros considerables durante la pandemia.

Pero los críticos, incluyendo al exsecretario del Tesoro Lawrence Summers, señalaron que el paquete de ayuda contra el coronavirus de 1.9 billones de dólares del presidente Joe Biden, con sus cheques de mil 400 dólares a la mayoría de las familias, fueron parcialmente responsables de sobrecalentar a una economía que ya estaba en un intenso repunte por sí sola.

La Fed y el gobierno federal temían que la recuperación fuese exasperantemente lenta como la que siguió a la Gran Recesión que afectó al país de 2007 a 2009.

¿Cuánto durará?

La elevada inflación en los precios al consumo probablemente continuará mientras las compañías sigan teniendo problemas para satisfacer la demanda de productos y servicios. Un mercado laboral en recuperación —los empleadores añadieron 6.7 millones de puestos de trabajo el año pasado y otros 467 mil más en enero— significa que muchos estadounidenses pueden seguir derrochando el dinero en cualquier cosa, desde muebles de jardín hasta productos electrónicos.

Muchos economistas pronostican que la inflación permanecerá muy por encima del objetivo de la Fed de 2 por ciento este año, pero el alivio a los altos precios podría estar en camino. Las atascadas cadenas de suministro han comenzado a mostrar algunos indicios de mejoría, al menos en ciertas industrias. El cambio radical en la estrategia de la Fed, alejándose de las políticas de dinero fácil para implementar medidas de mayor combate a la inflación, podrían desacelerar a la economía y reducir la demanda. Washington ya no mandará cheques de ayuda por el COVID-19.

Por sí misma, la inflación está reduciendo el poder adquisitivo y eso podría obligar a algunos consumidores a recortar sus gastos.

Ómicron o alguna otra variante del COVID-19 podría oscurecer el panorama, ya sea causando brotes que obliguen a cerrar fábricas y puertos o alterar todavía más las cadenas de suministro, o que mantengan a la gente en casa, reduciendo así la demanda de productos.

“No va a ser un descenso sencillo”, dijo Sarah House, economista de Wells Fargo. “Anticipamos que la inflación en los precios al consumo siga en aproximadamente 4 por ciento hacia finales del año. Eso aún está por encima de lo que le gustaría a la Fed y, desde luego, muy por encima de lo que los consumidores están acostumbrados a ver”.

¿Cómo afectan los precios más altos a los consumidores?

Un sólido mercado laboral está impulsando los salarios, aunque no lo suficiente para compensar el alza en los precios. El Departamento del Trabajo asegura que los ingresos por hora entre los empleados del sector privado cayeron 1.7 por ciento el mes pasado respecto al año anterior después de tomar en cuenta los precios más altos al consumidor. Pero existen excepciones: Los salarios postinflación aumentaron más del 10 por ciento entre los empleados de hoteles y más de un 7 por ciento para los trabajadores de bares y restaurantes en diciembre en comparación con el año previo.

Las políticas partidistas también influyen en la manera en que los estadounidenses perciben la amenaza de la inflación. Ahora que hay un gobierno demócrata en la Casa Blanca, los republicanos mostraron una propensión casi tres veces mayor que los demócratas (45 a 16 por ciento) a decir que la inflación tuvo efectos negativos sobre sus finanzas personales el mes pasado, según un sondeo de la Universidad de Michigan.

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