La inflación anual de Argentina superó el 100 por ciento en febrero, una de las tasas más rápidas del mundo, ejerciendo una presión adicional sobre una economía que se espera que caiga en recesión antes de las elecciones presidenciales de este año.
Los precios al consumidor subieron 102.5 por ciento en febrero respecto al año anterior, el nivel más alto desde finales de 1991, cuando la economía se estaba enfriando desde una hiperinflación del 3.000 por ciento. Los precios subieron 6.6 por ciento en el mes, más que todas las estimaciones en una encuesta de Bloomberg a analistas que tenía un pronóstico promedio del 6 por ciento, según datos del gobierno publicados este martes.
Los precios de los alimentos, la categoría más grande en el índice de inflación de Argentina, se dispararon casi 10 por ciento respecto al mes anterior, lo que alimentó el aumento general. En particular, el costo de la carne de res, un elemento básico de la dieta y el orgullo nacional de los argentinos, se disparó hasta 35 por ciento en el área metropolitana de Buenos Aires el mes pasado, según los datos.
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La inflación está ocupando un lugar central en las elecciones presidenciales de este año, desafiando a los dos principales partidos políticos a atraer a los votantes después de que no lograron estabilizar la economía propensa a la crisis. Pero al mismo tiempo, las encuestas muestran que la inflación es la principal preocupación de los votantes, superando cualquier impacto positivo del reciente crecimiento económico o un menor desempleo en los últimos dos años.
El presidente Alberto Fernández y su coalición dividida están luchando por unirse detrás de una estrategia o candidato claro. Pero la coalición del ex presidente Mauricio Macri, cuyo gobierno 2015-2019 vio la tasa de inflación más del doble a 57 por ciento, tampoco se ha unido detrás de un solo candidato. El candidato externo Javier Milei está ganando impulso en parte debido a su propuesta de reemplazar el peso con el dólar estadounidense como moneda nacional.
Más allá de la política, la inflación está devastando Argentina, eliminando las ganancias salariales en una economía donde casi el 40 por ciento de la población vive en la pobreza. Ni el enfoque favorable a los negocios adoptado por la administración de Macri ni el laberinto de controles cambiarios y congelaciones de precios implementados bajo Fernández han logrado volver a controlar los precios al consumidor.
Combinado con una sequía de cultivos que empeora rápidamente, se espera que la aceleración de la inflación empuje a Argentina más profundamente en la recesión. Los analistas ahora ven que la economía se contraerá un 3 por ciento en 2023 después de que el gobierno haya proyectado un crecimiento del 2 por ciento en su presupuesto.