La economía mexicana mantendrá su buen dinamismo por lo menos hasta la primera mitad del 2024 debido a que el déficit público se enfocará al consumo, pero hacia delante y con el cambio de gobierno la macha será más lenta, anticipó Eduardo Suárez Mogollón, director corporativo de estudios económicos para América Latina de Scotiabank.
Si bien reconoció que se avizora un “crecimiento rapidísimo” para el primer semestre, Suárez planteó que la actividad económica está sobrecalentándose, en parte porque hay una demanda muy fuerte, ante remesas que crecen por arriba de su tendencia, cuyo destino se va al consumo, y por la inversión en materiales de construcción.
“Si tienes una economía que ya está sobrecalentada y le inyectas más gasto, creo que vamos a crecer rapidísimo en los primeros seis meses del año de entre 4.0 y 5.0 por ciento”, estimó Suárez.
La razón por la que la actividad tendría un buen primer semestre es porque el déficit público subirá de 3.7 por ciento en este año a 5.4 por ciento del PIB en el siguiente, que se traduce entre 30 o 40 mil millones de dólares, explicó Suárez durante su participación en la LI convención nacional del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), realizada en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Ese monto, añadió, se iría directo al consumo porque “si vemos el Presupuesto de Egresos, la inversión física está cayendo y entonces lo que está subiendo es el gasto del consumo”.
Sin embargo, dijo que para la segunda mitad del año empezará una ralentización, aunado a que el inicio del próximo gobierno federal será en octubre y no en diciembre. “Si vamos a llegar a las metas del año hay que ponernos las pilas durísimo en la primera mitad, porque luego vamos a ir de bajadita en la segunda mitad del año y remando contra corriente”, añadió.
Las declaraciones de Suárez sustentan el optimismo que tienen en cuanto a su pronóstico del PIB del próximo año, ya que Scotiabank México prevé un crecimiento del PIB de 3.1 por ciento, siendo la segunda institución financiera con la estimación más alta para ese año.
Factor político
Irasema Dagnini, analista económico, explicó que el gobierno no abandonará esta aplicación de recursos porque ha sido la propuesta de la actual administración y por la cercanía de las elecciones presidenciales en México que están programadas para el 2 de junio.
Otro de los factores que también podrán hacer que la actividad sea resiliente es el proceso de la relocalización de empresas extranjeras en el país.
Añadió que hay factores que pueden limitar el nearshoring, como las elecciones presidenciales, porque de alguna manera en cada periodo electoral los inversionistas extranjeros prefieren esperar a que se defina quién va a ser el siguiente Presidente antes de invertir.
Para el próximo año, el consenso del mercado ve un crecimiento del PIB de 2.0 por ciento, según la encuesta más reciente que realiza el Banco de México (Banxico) a los más de 30 analistas cada mes.
De las principales trabas que podría tener la actividad en el 2024 destaca el rezago con el que opera la política monetaria y aunque se podría ver el inicio de recortes en la tasa de interés de referencia, su nivel seguirá elevado y se estima que cierre en 9.25 por ciento.
Tarea del siguiente gobierno
Tras el dinamismo económico del 2024, el pendiente del siguiente sexenio será regresar el déficit público a 3.0 por ciento del PIB, lo cual luce complicado y “será difícil” recaudar 3 puntos del PIB, ya que es lo que se recauda del IVA en el país, dijo Suárez.
En una conferencia aparte, el presidente del IMEF, José Domingo Figueroa, advirtió que habrá una “presión fuerte” para las finanzas públicas del país y aunque el gobierno prevé que para el 2025 o 2026 se puede reducir el déficit, el panorama se ve complejo.
“Si no se logra (bajar el déficit) habrá presiones en cuanto a gasto público. Creemos que probablemente y dependiendo quién gane si se considera seguir con la ruta de no tener una reforma fiscal, las presiones de gasto público serán mayores”, dijo Figueroa.