En el marco de la reunión ministerial de la OCDE, en la cual se encuentran el secretario y el subsecretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O y Gabriel Yorio, la Organización afirmó que estima una desaceleración de la economía mexicana a 2.2 por ciento en 2024 y 2.0 por ciento en 2025.
Estima que la inversión se verá respaldada por los proyectos de infraestructuras públicas en 2024 y por la relocalización gradual de actividades manufactureras a México.
Expuso que la solidez del mercado laboral reforzará el consumo, debido a que se registra un bajo desempleo, además de que se observa una mejoría en el ingreso real de los hogares.
Las exportaciones sostendrán el crecimiento en 2025, tras perder algo de dinamismo en 2024 por la ralentización registrada en Estados Unidos.
En tanto, prevé que la inflación seguirá descendiendo poco a poco hasta el 3.1 por ciento en 2025.
“Sin embargo, las perspectivas de inflación siguen siendo muy inciertas. La inflación puede ser más persistente de lo previsto, especialmente en los servicios”, advierte.
Por otra parte, recalca que los episodios de turbulencia financiera mundial pueden desencadenar una mayor aversión al riesgo y aumentar la volatilidad de los mercados cambiarios y los costos de financiación.
Por el lado positivo, el sector manufacturero podría recuperarse con más fuerza si la producción en los parques industriales en construcción comienza antes de lo previsto.
Poner la lupa en el gasto
La OCDE recomienda a México aumentar la eficiencia en el gasto público, mediante un uso más sistemático del análisis costo-beneficio de los proyectos y una verificación del buen uso de los recursos.
Asimismo, sugiere elevar los ingresos fiscales, ampliando la base del impuesto sobre la renta de las personas físicas, fomentando la recaudación del impuesto sobre bienes inmuebles y continuando la lucha contra la evasión fiscal.
Mayores ingresos, dice, ayudarían a financiar gasto adicional en áreas como la educación, las infraestructuras digitales o la lucha contra el cambio climático.
“Adoptar regulaciones que promuevan la inversión del sector privado en energías renovables contribuirían a convertir el gran potencial de energías renovables de México en una ventaja competitiva”, subraya.
Mejorar la gestión del agua, reduciendo los riesgos y costos operativos y promoviendo la sostenibilidad ambiental, haría de México un destino aún más atractivo para el nearshoring, resalta.