La deuda de los hogares en México se elevó a 16.4 por ciento como proporción del Producto Interno Bruto (PIB) en el primer trimestre de este año, su mayor nivel desde que hay registros disponibles, a partir de 1994.
De acuerdo con cifras del Banco de México, el saldo de los pasivos de las familias con la banca y otras instituciones financieras sumó poco más de 3 billones de pesos a marzo, con lo que presentó un crecimiento real de 8.3 por ciento anual, su mayor avance desde 2008.
Esto ocurre en un entorno en que el ingreso de los hogares ha mejorado por la recuperación real del salario y un mayor empleo.
A esto se suma la estabilidad en las tasas de interés, que en el caso de los créditos hipotecarios está en niveles mínimos históricos en algunos bancos.
La mayor expansión crediticia no ha causado un deterioro en la calidad de la cartera, ya que los niveles de morosidad se han mantenido estables e incluso han disminuido en vivienda y consumo.
POR DEBAJO DEL NIVEL MUNDIAL
A nivel global la penetración del crédito en los hogares mexicanos es de los más bajos, pues de las principales economías, sólo está por arriba de Argentina, la India y Arabia Saudita, con 6.9, 10.1 y 13.8 por ciento del PIB, respectivamente, según las cifras del Banco de Pagos Internacionales.
Estos niveles distan mucho del 124 por ciento que tiene Australia, 123.7 de Suiza o Dinamarca, con 122.5 por ciento.
En Estados Unidos la cifra es de 79 por ciento, en Chile 40 por ciento y un 25.5 por ciento en Brasil. Además, México está muy por debajo del promedio mundial de 59.6 por ciento, de las economías avanzadas con 75 por ciento y de las emergentes, con 33 por ciento.
Mario Correa, economista en jefe de Scotiabank México, aseguró que el endeudamiento de los hogares es un proceso natural que hay en el país y que es resultado de varios factores. Por un lado la población está creciendo y hay más hogares cada vez más jóvenes, y por el otro lado se percibe que hay un crecimiento en los últimos años de la clase media, que es usuaria del financiamiento.
Además, reconoció que poco a poco ha crecido el grado de sofisticación de la población en términos de uso de tecnologías, y eso le facilita a la gente el entendimiento de temas como el crédito.
"Comparando la deuda de los hogares respecto al PIB seguimos muy lejos de los niveles de otros países, por lo que no estamos en una situación preocupante. No vemos un problema inminente de alto endeudamiento de los hogares", indicó.
Consideró que la deuda de las familias como proporción de los ingresos tampoco es de preocuparse, pues si bien se encuentra en niveles cercanos al 50 por ciento, hay que tener en cuenta que la vivienda es el principal activo que puede tener un hogar, por lo que no es malo ese nivel de endeudamiento.
De acuerdo con un reporte de BBVA Bancomer, la mitad de las familias en el país tiene algún tipo de deuda y sólo 8 por ciento presenta un balance deficitario en sus finanzas por lo que no implica un riesgo sistémico, pero si un foco de atención por los efectos sociales que significaría su quebranto.
Según sus cálculos, la mayoría de los hogares podría saldar su deuda con un año de su ingreso monetario o menos, y sólo 12 por ciento requeriría más de un año.
ADVIERTEN RIESGOS
José Luis de la Cruz, director general del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, aseguró que ante un entorno donde ha disminuido la población ocupada mejor remunerada y crecido la de bajos salarios, muchas de las familias tienen que complementar el ingreso con el endeudamiento, y eso en el corto plazo implicaría que si hay afectaciones en el mercado laboral, la deuda podría generar ciertos riesgos para la economía.
"En los últimos años el número de personas que gana más de tres salarios mínimos ha venido a la baja, eso implica que en ocasiones las personas despedidas ya no encuentran otro empleo con el mismo nivel salarial, entonces ya no pueden pagar las deudas que antes sí podían", mencionó.
Así, dijo, la precarización en el mercado laboral es lo que podría generar problemas en la economía a pesar de que el nivel de la deuda respecto al valor de la economía es bajo.
Destacó que hace cinco años había en el país cinco millones de personas que ganaban más de cinco salarios mínimos, pero ahora solo son tres millones, y lo mismo ocurre en el rango de los que ganan de tres a cinco salarios mínimos.
Entonces si las personas se ven afectadas por el mercado laboral y el aumento de las tasas de interés, la deuda podría no ser sostenible y en un momento dado provocaría un freno en el dinamismo del crédito y después impactaría sobre el consumo.
El crecimiento de la masa salarial, por el aumento real en las remuneraciones y el empleo, aunado al dinamismo en el crédito han impulsado el consumo, que ha sido el principal motor de la economía.
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