La pandemia mundial por COVID-19 causó un grave impacto en México en los primeros meses del año en curso, y es debido a las medidas de distanciamiento social que el mercado laboral podría sufrir cambios permanentes.
Mediante un documento de análisis del subgobernador de Banco de México, Gerardo Esquivel y del economista Raymundo Campos, se señala que, entre marzo y abril de 2020 se perdieron 12 millones de puestos de trabajo entre la población económicamente activa, luego de darse a conocer las medidas de confinamiento en el país.
"Estos cambios dramáticos pueden tener efectos en el mercado laboral que aún no se han entendido, especialmente en el comportamiento de los potenciales empleadores, y existe una preocupación válida y creciente acerca de si se afectará permanentemente el mercado laboral", señalaron en el documento.
Tanto Esquivel como Campos analizaron el comportamiento de los anuncios de trabajo publicitados en una página web, en donde, de febrero a mayo se dio un descenso de 38 por ciento en el número de anuncios, pero en julio la baja fue solo de 13 por ciento comparado con lo registrado en febrero.
"Descargamos 254 mil 605 anuncios de enero a julio de 2020 y analizamos los trabajos anunciados y los salarios publicados. Descubrimos que hay una disminución en el número de anuncios de trabajo, pero no hay ningún cambio estructural en la demanda laboral", indicaron.
Sostuvieron que la demanda laboral cambió de manera temporal, pues en abril se solicitaron más empleos de bajos salarios y que requirieran un bajo nivel de estudios, sin embargo, este cambio se atenuó de mayo a julio.
"La demanda laboral cambió solo temporalmente: hubo una mayor demanda de ocupaciones de bajos salarios y trabajadores con bajo nivel educativo en abril, pero de mayo a julio la demanda volvió a niveles anteriores a la pandemia", postularon, además de que señalaron que la demanda del teletrabajo no aumentó en dicho periodo.
Los economistas concluyeron que se debe de continuar monitoreando el comportamiento de la demanda laboral, puesto que las pequeñas modificaciones en la relación empleador-empleado podrían explicar los cambios estructurales de la naturaleza del trabajo en el futuro.