En los últimos 70 años, Argentina ha enfrentado hiperinflación, el colapso del Gobierno y el mayor incumplimiento de deuda soberana del mundo. Pasó un tercio de ese tiempo en recesión, un récord que casi merece su propio capítulo en los libros de texto sobre economía.
Y, sin embargo, incluso la asediada Bolsa de Buenos Aires nunca había experimentado nada como la caída del 48 por ciento (en términos de dólares) ocurrida el 12 de agosto, un día después de que el candidato opositor Alberto Fernández superara al presidente Mauricio Macri en las elecciones primarias presidenciales por más de 15 puntos, ganando más del 47 por ciento de los votos.
La primaria está destinada a reducir la lista de candidatos, pero en realidad sirve como una encuesta a nivel nacional para prever el voto oficial a la presidencia, que será dentro de 10 semanas.
Macri continuará en la carrera, pero los inversionistas y expertos consideran que el déficit de apoyo es demasiado grande para compensarlo.
Fernández, mientras tanto, es visto como promotor de las mismas políticas que han fallado en Argentina por décadas. El latigazo fue demasiado para los inversionistas: los números de las encuestas solo unos días antes de la votación mostraron a los dos candidatos en una carrera mucho más cerrada.
"Tenemos esta larga transición en la que parece que Alberto Fernández será el presidente, pero aún debe ser electo", señaló Daniel Kerner director general del Grupo Eurasia para América Latina. "Dado que el mercado se está hundiendo y el Gobierno no sabe cómo manejarlo -y en realidad está jugando con ese miedo- estamos entrando en una muy, muy delicada situación en Argentina para los siguientes próximos meses".
Macri fue elegido en 2015 con el mandato de arreglar los problemas creados por la administración anterior de ocho años, que había maquillado las estadísticas, impuesto límites al capital extranjero y mantuvo las facturas del servicio público artificialmente bajas, lo que provocó un déficit creciente y un país aislado incapaz de pedir prestado.
Prometió eliminar la pobreza y atraer un "diluvio" de inversiones a la segunda economía más grande de América del Sur.
Pero luego de un comienzo cauteloso que implicó asumir decenas de miles de millones de dólares en deuda internacional para ocultar los desequilibrios fiscales, la aprobación de Macri se deterioró, al igual que la economía de Argentina.
Después de que la Reserva Federal de Estados Unidos aumentara las tasas de interés en 2018, causando una fuerte caída del peso, Macri se vio obligado a negociar un rescate financiero de 56 mil millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el más grande jamás realizado con el prestamista.
El acuerdo exigía fuertes recortes al gasto y límites de liquidez para cumplir con las metas fiscales. Las medidas de austeridad dañaron más la posición de Macri ante los votantes, quienes perdieron la fe de que su enfoque favorecedor para el mercado repararía la economía maltratada.
La inflación anual ahora se ubica por encima del 50 por ciento, y la economía se contraerá en 2019 por segundo año consecutivo.
Fernández, por otra parte, aparentemente envalentonado por el apoyo recibido, no ve ninguna razón para cambiar de táctica a pesar de la reacción extrema del mercado.
El político fue jefe de gabinete del difunto Néstor Kirchner, presidente de 2003 a 2007; su compañera de fórmula, Cristina Fernández de Kirchner, fue esposa y sucesora de Néstor. La administración de Cristina ha sido culpada de mucho del desorden que Macri heredó.
Fernández ha sido impreciso acerca de cómo sería su programa económico y ha sido evasivo sobre cómo podría involucrar a los acreedores, incluido el FMI. Pero insiste en que solo un cambio en el gobierno puede calmar al mercado.
Macri, sin embargo, ha señalado el colapso del mercado como un ejemplo para los votantes de cómo podría ser un retorno al pasado.
"Culpar al Kirchnerismo de la turbulencia en el mercado es una estrategia de alto riesgo", consideró Nicholas Watson, un analista latinoamericano de Teneo, consultora de gestión con sede en Londres. "Claramente, una gran proporción del electorado ve a Macri como el problema, no como la solución".
Macri podría forzar una segunda vuelta si logra recuperar suficiente del apoyo dado al candidato favorito -y de otros candidatos de nivel inferior- antes de las elecciones oficiales del 27 de octubre para acercarse a 10 puntos de Fernández.
Si Fernández recibe además menos del 45 por ciento de los votos, habrá una segunda vuelta el 24 de noviembre, dándole más tiempo para girar su narrativa sobre el regreso al pasado. Aún así, tendrá que confiar en una participación extraordinaria y probablemente reinventar su mensaje original de campaña, que ha comenzado a desviarse hacia la izquierda.
Muchos esperaban que Cristina Kirchner se postulara para la presidencia, a pesar de estar involucrada en investigaciones por corrupción que datan de su periodo en el cargo. Ella niega haber actuado mal y ha calificado a la investigación como una persecución política. Su escaño en el Senado, que ganó en 2017, le da inmunidad legal, aunque esta podría ser retirada por el voto de dos tercios de la Cámara alta.
Como vicepresidenta, ella estaría al frente del Senado y, al postularse en el puesto número dos, es capaz de mantenerse alejada de la mirada más dura, del centro de atención.
Si bien el mercado ha temido durante mucho tiempo a otra administración de Kirchner -una encuesta de abril mostró que ganaría por poco a Macri en una eventual segunda vuelta si ella fuera la candidata a presidenta y envió los precios de los bonos a una caída libre- parte de la reacción extrema con respecto al resultado primario de las elecciones puede atribuirse a una falsa sensación de seguridad creada por las encuestas previas a la elección primaria.
Muchas de las principales encuestadoras argentinas compartieron sus hallazgos solo con clientes que pagan, incluidas grandes firmas de inversión, pero algunas encuestas que se hicieron públicas en las semanas previas a la primaria mostraron una carrera cerrada. Una que mostraba a Macri adelante por un punto condujo a una pequeña recuperación el último día del mercado previo a la votación.
En el primer día de operaciones de los mercados después de la votación, el denominado indicador de riesgo país de Argentina -el rendimiento adicional que exigen los inversores para mantener la deuda del Gobierno sobre los bonos del Tesoro de Estados Unidos- aumentó a un máximo de 10 años, superando a todos los demás mercados emergentes, y su deuda ahora es la más costosa del mundo para asegurar contra el incumplimiento.
El propio Macri pareció conmocionado en su primera aparición pública, admitiendo que había tenido "una mala elección", prometiendo tímidamente que volvería, y criticando a los encuestadores por sus errores.
Salvo por un milagro para Macri, Fernández asumirá la presidencia el 10 de diciembre. El presidente tuiteó unos días después de la votación que él y Fernández habían conversado y que el el opositor "mostró disposición a tratar de traer la calma a los mercados".
No obstante, lo que herede el siguiente presidente dependerá más de lo que él y su rival puedan hacer juntos en este periodo para abordar las expectativas de incumplimiento, la economía real, la inflación, ahorros y cualquier número de otros factores que pudieran hundir aún más la economía.
Los mercados son cautelosos, pero los argentinos se han acostumbrado desde hace tiempo al latigazo. La política es "un sube y baja que va y viene", afirma Ruben Haleblian, un vendedor de 70 años en una tienda de electrónica en el centro de Buenos Aires. "Ya lo viví varias veces".