El presidente Donald Trump ha denunciado frecuentemente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), prometiendo o bien renegociarlo con un extremo prejuicio o cancelarlo.
El jueves su administración envió una notificación oficial sobre la seriedad de sus intenciones, y avisó al Congreso que tiene la intención de iniciar negociaciones con Canadá y México en 90 días.
¿Entonces el TLCAN está condenado? Tal vez no. El acuerdo se puede modificar fácilmente en formas que amplíen en lugar de reducir las oportunidades para un comercio mutuamente beneficioso - y hay razones para esperar que esto pueda suceder realmente.
La carta de Robert Lighthizer al Congreso está lejos de ser beligerante. Propone una "modernización" del acuerdo, con nuevas disposiciones sobre comercio digital, derechos de propiedad intelectual, estándares laborales y medioambientales, medidas regulatorias, etc.
No hay sugerencia de aranceles más altos. Lighthizer dijo a los periodistas: "Como punto de partida para las negociaciones, debemos basarnos en lo que ha funcionado en el TLCAN, y cambiar y mejorar lo que no".
¡Buena idea! Y sucede que ya existe una plantilla conveniente para la mayoría de esos cambios en el abandonado Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), que Estados Unidos estúpidamente no cerró el año pasado.
El objetivo del TPP era precisamente establecer un enfoque moderno hacia el libre comercio, abarcando nuevos productos y servicios - sectores en los que Estados Unidos tienen más que ganar- y haciendo más fáciles de aplicar las normas laborales y ambientales.
Un TLCAN modernizado en esas líneas ciertamente sería un mejor acuerdo que el bueno que ya está en vigor.
Canadá y México apoyaron el TPP, por lo que podrían estar abiertos a renegociar el TLCAN de esa manera. Es cierto que esperaban que el TPP los ayudara principalmente otorgándoles un mejor acceso a los mercados de exportación asiáticos, algo que el TLCAN no puede darles.
Esto demuestra los beneficios de que Estados Unidos forme parte de grandes acuerdos comerciales multilaterales, con los que se pueden lograr cosas como esta, en lugar de los acuerdos limitados o bilaterales que Trump dice que prefiere. Aun así, modernizar el TLCAN parece factible.
Un borrador anterior de la carta al Congreso incluía varias trampas capaces de estropear este plan. En particular, proponía "reglas de origen" más estrictas para requerir que las importaciones de Canadá y México incluyan más contenido hecho en Estados Unidos. Insistir en ideas como esa haría que el acuerdo fuera difícil de alcanzar. La carta mucho más corta que se envió finalmente no hace mención de esto.
Recientemente, la administración Trump anunció un miniacuerdo comercial con China, los primeros frutos de un esfuerzo mayor para renegociar la relación comercial entre Estados Unidos y China.
Por pequeño que fuera, y a pesar de las promesas de campaña de Trump, ese acuerdo amplió el comercio. Con suerte, la renegociación del TLCAN podría hacer lo mismo.
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