Un elemento impredecible pende sobre la renegociación del Tratado de Libre Comercio: el ánimo de Donald Trump y la forma en que sus visiones permearán en su equipo técnico.
Un día después de que el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, sorprendiera con la dureza de un mensaje de corte mercantilista y trazara una revisión agresiva del Tratado de Libre Comercio de América del Norte como su objetivo central –una meta en la que discrepan abiertamente México y Canadá - , un ejército de funcionarios de los tres países descendió el jueves sobre el hotel Marriott Wardman de esta ciudad, para iniciar el largo y nominalmente tedioso proceso de ajustar un acuerdo con más de mil 700 cuartillas de extensión.
En teoría y con socios racionales, el trabajo que ayer entró a segunda velocidad sería el de la talacha, pero las negociaciones comienzan en un entorno político incierto, ante la crisis permanente por la que atraviesa la administración Trump en múltiples frentes, desde Rusia y su equipo indisciplinado hasta su apoyo tácito a organizaciones racistas.
Los negociadores del gobierno mexicano, a los que tocó estar en Washington justo en asiento de primera fila para el incendio, prefirieron centrarse en las partes cuantificables: las de las comas, párrafos y puntos.
"Después del mensaje que vieron ayer (miércoles), continuaron las negociaciones", dijo el subsecretario de Comercio Internacional de la Secretaría de Economía, Juan Carlos Baker. "Hasta que terminen las sesiones (el domingo) tendremos una idea del proceso que alcanzaremos en esta ronda".
Pero para analistas, precisamente el mensaje enviado por Lighthizer en torno a la necesidad de reducir déficits y detener la supuesta sangría de empresas estadounidenses a México representa una señal ominosa de lo que viene en los próximos días y semanas.
"Está cantado desde hace varios meses que va a ser una negociación complicada", definió Arturo Sarukhán, exembajador de México en Estados Unidos. La política estadounidense, sostuvo, bien puede contaminar la parte técnica en el remoldeo del TLCAN.
"El presidente Trump va a seguir tentado en azuzar a su base de voto duro que tiene estos impulsos xenófobos, antimexicanos y racistas. Por lo tanto, seguirá usando a México en temas como el TLCAN, la frontera o los migrantes. México va a seguir siendo utilizado como piñata por Trump y esto seguramente va a complicar la negociación misma", dijo.
Tras analizar el discurso de Lighthizer, Dany Bahar, investigador especializado en comercio internacional del Instituto Brookings, llegó a la conclusión de que la delegación estadounidense arriba al arranque de la renegociación con una visión más imbuida de una lógica de corte político que de una comercial.
"Vi un discurso que ni está basado en los hechos ni en las premisas del comercio internacional. Un discurso que refleja el foco obsesivo de Trump de reducir el déficit entre México y Estados Unidos. Empezar estas negociaciones con una premisa incorrecta probablemente resulte en una negociación en la que será difícil llegar a acuerdos", alertó.
ATRINCHERADOS
Pero mientras Trump se atrinchera y su administración se debate de polémica en polémica, los técnicos, hombres y mujeres que cargan maletines, laptops y portafolios repletos de documentos agradablemente aburridos no tienen otra opción más que seguir con su trabajo.
Por parte de México, fuentes gubernamentales destacaron que más de 100 funcionarios participaron en los primeros escarceos de este miércoles y jueves, llevados a cabo en una decena de salones del hotel bajo hermética vigilancia de una firma privada de seguridad.
El que entró en acción es un ejército experto en arrastrar el lápiz, con muchos veteranos de decenas de negociaciones en las últimas dos décadas. "Ya nos metimos a una dinámica en que se va a volver por momentos muy tediosa, muy técnica, pero de repente tal vez el gran anuncio de algo no va a haber", dijo un funcionario mexicano consultado.
En el inicio de la renegociación, la presencia nacional fue nutrida. El Gobierno de Enrique Peña Nieto envío la delegación mexicana más grande que haya visto Washington en al menos una generación, con servidores públicos de las secretarías de Agricultura, Relaciones Exteriores, Función Pública, Hacienda, Banco de México, Comisión Federal de Competencia Económica y el Instituto Federal de Telecomunicaciones. Tan solo la Secretaría de Economía envió a un equipo de 40 integrantes, buena parte de la totalidad de personal de la subsecretaría de Comercio Internacional.
De los lados estadounidenses y canadiense, las delegaciones son similares en tamaño, según destacaron altos funcionarios ligados a la negociación. Y aunque se hallen en diferentes lados de la mesa, muchos se conocen: en buena medida, los tres países cuentan con un esqueleto conformado por los mismos equipos que ya habían participado en las negociaciones hacia el malogrado Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica.
"Estamos los que nos conocemos siempre: los geeks de comercio internacional. Somos un mundo relativamente pequeño", dijo una fuente consultada que pidió no ser identificada.
—¿Y se llevan bien?
—Bueno, que nos conozcamos significa que nos gritamos solo un poco menos fuerte.