La crisis económica global desencadenó una reducción de préstamos transfronterizos directos, pero también provocó cambios regulatorios y la debilidad de balances bancarios que obligó a que los bancos internacionales, en particular, reenfoquen sus actividades en mercados clave, dejando espacio para la expansión de otros bancos.
"El giro relativo que han dado los bancos extranjeros disminuyendo los préstamos transfronterizos y enfocándose más en los préstamos locales, a través de filiales, ha tenido un efecto positivo en la estabilidad financiera de los países anfitriones", expone el Fondo Monetario Internacional.
En el Informe sobre la Estabilidad Financiera Mundial, abril de 2015, Capítulo 2: La Banca Internacional después de la Crisis: ¿Más local y segura?, el organismo señala que las autoridades tienen que enfocarse en aprovechar al máximo estas ventajas, sin dejar de mitigar los riesgos.
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