México necesita una rebaja de la tasa de interés, pero esa senda parece enredarse con la política electoral del país.
El gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, podría abrirse camino en sus últimos meses -si él y su comité pueden dejar de lado su tradicional cautela.
Hay buenas razones para hacerlo. La inflación quizá subió, y las medidas del mercado indican que se apresta a bajar, gracias, en gran medida, a la recuperación del peso este año. La moneda ha subido un 17 por ciento frente al dólar este año, un gran cambio respecto de 2016, cuando los temores de que Donald Trump pusiera fin al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) hicieron caer el peso. Ahora parece que el TLCAN se mantendrá, aunque con algunos cambios. Una rebaja de la tasa de interés por parte del Banco Central podría permitir que la economía siguiera avanzando.
El obstáculo es la política mexicana.
Es un hecho triste, ya que Banxico se enorgullece de su independencia política casi como de su rectitud en la lucha contra la inflación.
Las intrigas palaciegas se centran en si el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, será el candidato del PRI en las elecciones presidenciales del año próximo. Si no es nominado, ser designado para dirigir Banxico es un buen premio consuelo.
Carstens abandonará el cargo de gobernador porque viajará a Suiza para liderar el Banco de Pagos Internacionales. Y Carstens seguramente está empezando a impacientarse. Se suponía que ya estaría respirando el aire alpino, pero lo aplazó para que el presidente Enrique Peña Nieto tuviera tiempo de buscar a un sucesor.
El problema es que Peña Nieto es muy impopular. La indignación pública por la corrupción -especialmente a nivel estatal- es tan profunda que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) está considerando permitir que el candidato a las elecciones sea alguien ajeno al partido. Entra Meade.
El candidato del PRI no necesita ser elegido hasta el año próximo, pero las versiones en Ciudad de México indican que podría suceder en noviembre. Eso, de todos modos, es mucho tiempo para que Banxico espere a un nuevo líder. Y el liderazgo es importante, aun cuando las decisiones de política monetaria las toma nominalmente una junta compuesta por cinco miembros.
Carstens hizo de la estabilidad y la defensa sólida de la meta inflacionaria de 3 por ciento sus sellos característicos. Si bien las cifras de la semana pasada no mostraron cambios en los precios al consumidor a comienzos de agosto, el nivel es alto: un aumento de 6.59 por ciento respecto de un año antes. La tasa de interés de México, en 7 por ciento, es una de las más altas en el Grupo de los 20, después de subir el año pasado desde alrededor de 3.75 por ciento. Si analizamos la inflación, vemos por qué.
Una vez más, un banquero central ha sido el adulto en la sala durante un período de trauma político. Carstens tiene un mérito enorme en ese sentido; su ascenso a la organización internacional en Suiza es un testimonio de su situación entre pares. Debe sentirse tentado de concentrarse de lleno en su legado durante los meses que le quedan en el puesto.
Obviamente, los giros de la moneda no son lo único que está ocurriendo con la inflación. Un aumento único de 20 por ciento en los costos de la gasolina este año ya está abriéndose paso a la economía. Las comparaciones actuales de la inflación respecto del año anterior comienzan a parecer bastante buenas el año próximo.
El nuevo plazo de Carstens para irse es noviembre. ¿Quién sabe si el PRI habrá arreglado las cosas para entonces? Si su sucesor es Meade, una rebaja de la tasa podría ser una de sus primeras medidas. Meade dijo a Bloomberg en junio que los costos de financiamiento bajarían para fin de año.
De modo que los vientos estadísticos, del mercado y la política parecen estar soplando en la dirección general de una rebaja, o una serie de rebajas. El único tema es cuánto tiempo debe esperar un alivio la economía de México.
Carstens podría impulsar una rebaja mañana mismo, y probablemente se saldría con la suya. Ya recibe elogios por cómo manejó estos últimos años: Trump, el miedo por el TLCAN, la caída del peso y la inflación relativamente alta. Podría sumar un último logro rebajando las tasas antes de irse --un regalo de despedida a México.
Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg y sus dueños ni de El Financiero.
*Daniel Moss escribe y edita artículos sobre economía para Bloomberg View. Anteriormente fue editor ejecutivo de Bloomberg News para Economía global, y ha liderado equipos en Asia, Europa y América del Norte.
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