Las tasas de interés nominales de corto plazo, las cuales están más vinculadas a la política monetaria del Banco de México, ampliaron a mayor velocidad su brecha con respecto al crecimiento de la inflación, lo cual contribuye a la estabilidad financiara, pero también se constituyen en un lastre para la recuperación de la economía.
Las tasas reales en México que pagan los instrumentos de deuda tanto de corto como de largo plazo, premian el ahorro, pero también disminuyen el potencial de consumo, y vuelven más caro el financiamiento del capital de trabajo de las empresas y sus inversiones productivas en un horizonte mayor.
La tasa real del Cete a 28 días, una vez descontada la inflación, se reportó en 6.83 por ciento en promedio de enero a julio de este año, la mayor para un mismo lapso desde el 2005, es decir en 14 años, con base en datos del Banco de México y del Inegi.
Los rendimientos reales son superiores a periodos caracterizados por una fuerte inflación y turbulencia en los mercados, como el observado a finales del 2008 y los primeros meses del 2009, cuando se registró una de las más grandes crisis económicas de la era moderna a nivel global.
Los rendimientos de los Cetes en términos nominales son de los que están más extrañamente ligados a la política monetaria del Banco de México, por lo que han mostrado una mayor resistencia a bajar, a pesar de que otros factores han mejorado para poder contar con un menor costo del dinero.
El Banco de México mantiene su tasa de referencia en 8.25 por ciento, la más alta desde antes de que estallara la crisis económica global del 2008.
El nivel de la tasa de referencia del instituto central está muy por arriba de la inflación proyectada para los próximos doce meses, de alrededor de 3.5 por ciento.
En tanto que para lo papeles de largo plazo, como los bonos, las tasas reales también son de las mas elevadas en los últimos años, al ubicar su rendimiento nominal cerca del 8 por ciento, muy por arriba de una inflación estimada por debajo del 4 por ciento en los próximos años.
El Banco de México se perfila para mantener, en su reunión de este mes, a su tasa de referencia en 8.25 por ciento.
Las tasas de corto plazo, por lo tanto, todavía podrían mantenerse elevadas a pesar de que algunas factores han mejorado para inducir niveles más bajos. Entre estos se encuentran la reciente reducción en la tasa de referencia de la Reserva Federal de Estados Unidos y de un reporte de inflación en México que la ubicó, en el pasado julio, en un nivel no visto desde diciembre del 2016, de acuerdo con cifras del Inegi.
El aplanamiento que presenta la curva de rendimientos en México es una señal de una expectativa de una bajo crecimiento económico en México, situación que apunta a la necesidad de contar con un menor costo del dinero a mediano y largo plazo.
El instituto central es muy probable que empiece a diminuir a su tasa de referencia a partir de sus reunión del próximo septiembre.