Los pequeños productores estadounidenses de Bourbon están descubriendo que los bebedores europeos adoran sus productos. Son sus aranceles los que no se tragan con tanta facilidad.
Tras la implementación en junio por parte de la Unión Europea de un arancel del 25 por ciento a la popular variedad de whisky de Estados Unidos, el impacto ha sido claro. Un productor estadounidense dijo que, como resultado, sus exportaciones se habían "reducido a cero". El año pasado, estas representaron el 15 por ciento de sus ingresos.
"Todos los compradores del Reino Unido desaparecieron", dijo Paul Hletko, propietario de Few Spirits, con sede en Evanston, Illinois. "Es posible que quieran comprarlo, pero si no pueden venderlo al precio correcto, no nos hace ningún favor".
Los pequeños destiladores aluden a la sequía como prueba de que sus temores de una guerra comercial mundial se están haciendo realidad.
Europa había estado floreciendo como una fuente de nuevos ingresos, pero este mercado se cerró, de hecho, para los productores que carecen de la influencia o el reconocimiento de marca de titanes como Brown-Forman y Diageo. Ahora los enviaron nuevamente al punto de partida.
Los aranceles, que afectan a productos estadounidenses como los jeans Levi Strauss y las motocicletas Harley Davidson, son una represalia de la UE a los gravámenes del presidente Trump sobre el acero y el aluminio extranjeros.
Hletko detalló que las seis cifras bajas que obtuvo este año a partir de pedidos internacionales se registraron antes de la imposición de los aranceles. Mientras tanto, Rob Cassell, propietario de New Liberty Distillery, con sede en Filadelfia, dijo que los compradores europeos se han esfumado.
"Todo el mundo compra por precio", comentó Cassell. "Si su producto anteriormente costaba 25 euros (28.51 dólares) por botella y, de repente, cuesta 35 euros, pero nada ha cambiado, ya no es la misma gran compra que era antes".
Spiros Malandrakis, jefe de investigación de bebidas alcohólicas de Euromonitor, dijo que los aranceles han frenado el crecimiento del bourbon en Europa occidental.
Es probable que los consumidores recurran a nuevos whiskies de países como Canadá o Suecia, o beban otra cosa, mientras que grandes actores como Jack Daniels, de Brown-Forman, encontrarán formas de absorber los costos adicionales, un lujo que las compañías más pequeñas y emergentes no se pueden dar.
"Los impuestos y los temas comerciales desempeñan un importante papel en los hábitos de consumo de alcohol", señaló Malandrakis. "Serán los fabricantes artesanales más pequeños los que comenzarán a verse más afectados".
Brown-Forman, que obtuvo un poco más de una cuarta parte de sus ingresos de Europa en 2017, optó por absorber el impacto de los aranceles a corto plazo antes de implementar alzas de precios diferidas. Si bien la empresa con sede en Louisville, Kentucky, tiene esta opción, de igual forma se ve afectada por los aranceles y, en agosto, redujo su proyección de ganancias para el año fiscal.
En Milroy's, una tienda de whiskey ubicada en el distrito central de Soho, en Londres, las marcas estadounidenses de whisky representan el 25 por ciento de los más de 200 licores del bar. Durante los últimos tres a cinco años, los clientes las compraron más que nunca, según su gerente, Martyn 'Simo' Simpson.
Los precios para un tercio de las marcas estadounidenses han aumentado entre 10 y 15 por ciento, e incluso es posible que deje de vender algunas de ellas en la primavera, detalló.
"Los bebedores de whisky no van a dejar de beber whisky, simplemente beberán otra cosa", explicó Simpson. "A Escocia le va a encantar esto".