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Jesús, María y José: ¿Cómo se forjan del barro los tradicionales nacimientos de Metepec?

Los artesanos de barro de Metepec, Estado de México, pueden elaborar desde figuras miniatura hasta de tamaño real para el Nacimiento navideño que adorna casas, iglesias o plazas públicas.

La elaboración de las figuras para el nacimiento puede llevar hasta semanas para los artesanos de Metepec. (Foto: Ricardo Guadarrama)

Elizabeth Álvarez y Miguel Rodríguez Carrillo son artesanos de Metepec, quienes con sus manos construyen las figuras para el Nacimiento que adornará bajo el árbol de Navidad. Esta actividad es una larga tradición en el pueblo del Estado de México, la cual ha traspasado la entidad.

La demanda de nacimientos en barro no solo es local, pues a sus talleres llegan personas de Cancún, Quintana Roo, Mazatlán, Sinaloa, Querétaro, Hidalgo y la Ciudad de México, principalmente, para empaquetar sus artesanías y trasladarlas a sus lugares de origen.

Elizabeth Álvarez indica que todos los artesanos de Metepec comienzan a recibir pedidos desde agosto, “hacemos desde los chiquitos, que son de 12 centímetros, hasta monumentales de dos metros y medio de altura. Son muy demandados, a veces no alcanzamos a cubrir todos los pedidos, ahorita nos están encargando, pero ya tenemos ese trabajo por anticipado y la verdad están buscando mucho Nacimiento”.

Cada nacimiento tiene que llevar al menos 11 piezas en barro representando a la Virgen María, a José, el ángel, los tres Reyes Magos, dos pastores, el toro, la mula y Jesús, el Niño Dios, al respecto, la artesana resalta que es mucho más laborioso hacer a mano uno en miniatura que uno de 30 centímetros, estos últimos han sido este año los de mayor demanda.


“Ese trabajo es más caro que uno de 30 centímetros por lo delicado. Tenemos de 11 piezas o tenemos de seis piezas, se pueden ir armando como el cliente pida, a veces nos dicen, hazme más pastores o hazme más animales, o un puente, el pozo, conforme tenga su presupuesto se arma su nacimiento”.

¿Cuánto cuesta armar un Nacimiento?

Del taller de la familia Álvarez se han llevado a la fecha ocho nacimientos en miniatura, pero también han entregado piezas únicas en el Mercado de Artesanías de Metepec, donde los intermediarios se los compran en mil 200 pesos y ellos los venden hasta en cinco mil o más, por si el nacimiento va pintado en colores vivos u ocre, que son los tonos que más le atraen al cliente.

“Tenemos varios precios, tenemos un trabajo sencillo y tenemos un trabajo más bonito, por eso tenemos tres precios y el que va súper detallado van desde los mil 200 hasta los cinco mil pesos, en miniatura de 12 centímetros.

“También hacemos de 28 centímetros de altura, de 30 centímetros, tenemos de 50, de 80, de un metro con 20 centímetros y de un metro, se le hace como lo pida el cliente, de hecho, hacemos de dos metros y medio, es el más que hemos hecho. También elaboramos piezas sueltas, hemos hecho de tres metros, como, de que quiero un rey, de las que se les rompen y solo encargan las piezas sueltas, esto es para espacios muy grandes, este año fueron más vendidos los de un metro, fue el que más pidieron este año”, añade la metepequense.


¿Cuál es el proceso artesanal?

La materia prima, que es el barro, proviene de los barrios de San Bartolo y Natividad, Metepec, mientras que, la flor de tule o plumilla se obtiene de las zonas pantanosas que hay en San Pedro Tultepec, en Lerma, o en Ixtlahuaca o de humedales situados en Michoacán, relata el artesano Miguel Rodríguez Carrillo.

Una vez que el barro les llega en camión de volteo a sus talleres, los terrones se echan a la calle para que los automóviles que pasen los hagan tierra suelta, pero en caso de que el artesano no cuente con vía afuera de su taller, los terrones deben ser demolidos con una piedra o rodillo, lo que es más cansado y laborioso.

Elizabeth Álvarez utiliza agua de lluvia para hacer la mezcla, pero su vecino Miguel trabaja con agua de llave, ya con la plumilla agregada hasta que ésta tenga una consistencia similar a la de la plastilina.

“Nos traen el barro en terrón, siempre ha sido así, y lo ponemos en la calle y los carros nos ayudan a triturarlo, después hay que cernirlo (colarlo) el barro hasta dejarlo en polvo, ya se prepara con agua y con la flor del tule, más conocida como la plumilla. Se prepara, se amasa hasta que quede una consistencia como si fuera plastilina para poder comenzar a trabajar”, explica el artesano de Metepec.

Una vez que se han elaborado las piezas únicas, Miguel Rodríguez mete las figuras de barro a su horno de gas que mide un metro con 75 centímetros, en el que se quedan en cocción durante cuatro horas.

“Somos tres hermanos los que fabricamos ese tipo de artesanía, tenemos más de 20 años trabajando el barro, aquí en el taller entregamos en crudo, hay gente que se dedica a comprarnos y ya lo pintan, lo tratan directamente con el cliente. Para hacer un nacimiento de dimensiones regulares nos llevamos alrededor de tres semanas y para decorar un nacimiento de 30 centímetros nos llevamos como semana y media, más o menos, pero todo es manual”.

Si el nacimiento es de 1.60 metros, a los artesanos metepequenses les lleva hasta un mes terminarlo, pero vale la pena, señala Miguel, pues lo venden hasta en 50 mil pesos, “el más grande natural como en 45 mil, 50 mil, de 1.60 de altura, se lleva más tiempo, como un mes desde la elaboración, ya decorado alcanzará aproximadamente los 100 mil pesos u 80 mil, más o menos, los buscan para las iglesias o para cualquier explanada de municipios”, dice.

Informes del Ayuntamiento de Metepec indican que hasta abril del 2022, se contaban 400 maestros artesanos, y actualmente son 585 quienes ya cuentan con una credencial que les beneficia en programas que fortalecen su actividad y sus obras de arte.

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