Hace miles de años los humanos observaron que fenómenos físicos como las estaciones estaban asociados a los ciclos que seguían los astros. Pensaron que si conseguían entender cómo funcionaba el cielo tal vez podrían predecir los designios del hombre. Así, la creencia de que los cielos influían sobre la vida de las personas contribuyó al desarrollo de la astronomía.
El origen astronómico de la astrología
Mientras que el Almagesto de Ptolomeo era un libro sobre lo que hoy consideramos astronomía, su Tetrabiblos es de astrología. Para Ptolomeo, astronomía y astrología son complementarias, y lo aclara en la introducción al Tetrabiblos:
“La primera [se refiere a la Astronomía] trata de aquello que aprehendemos de los aspectos de los movimientos del Sol, la Luna y las estrellas en relación entre sí y con la Tierra, tal como ocurren de vez en cuando; la segunda es aquella en la que por medio del carácter natural de estos mismos aspectos investigamos los cambios que producen en aquello que les rodea.”
En el Capítulo 2 da argumentos para justificar la influencia de los cielos en el porvenir de las personas:
“Porque el Sol, junto con el ambiente, siempre está afectando de alguna manera todo en la tierra […]. Los labradores y pastores […], a partir de los vientos que prevalecen en el momento de la fecundación y de la siembra de la semilla, la calidad de lo que resultará […]. Si, pues, un hombre conoce con precisión los movimientos de todas las estrellas, el Sol y la Luna, de modo que ni el lugar ni el tiempo de ninguna de sus configuraciones escape a su atención […]; y si es capaz de determinar a la vista de todos estos datos, tanto científicamente como por conjetura acertada, la marca distintiva de calidad resultante de la combinación de todos los factores, ¿qué le impide poder decir en cada ocasión dada las características del aire a partir de las relaciones de los fenómenos en el momento, por ejemplo, que será más cálido o más húmedo? ¿Por qué no puede él, también, con respecto a un hombre individual, percibir la cualidad general de su temperamento del ambiente en el momento de su nacimiento […] sirviéndose del hecho de que tal o cual ambiente está en sintonía con tal o cual temperamento y es favorable a la prosperidad, mientras que otro no está tan en sintonía y conduce al perjuicio?”.
Recuerda al razonamiento científico, aunque hoy sabemos que la astrología carece de fundamento científico.
El nacimiento de las constelaciones
La idea de constelación (agrupaciones de estrellas que imaginativamente se asocian a figuras) fue sistematizada en Mesopotamia. Así se puede comprobar en un conjunto de tablillas cuyo origen se remonta a 1 000 años a.e.c, conocidas como MUL.APIN.
En el antiguo Egipto, la posición de algunas estrellas servía como referencia para las actividades agrícolas. Por ejemplo, la aparición heliacal de Sirio (Sopdet o Sothis) coincidía con la máxima crecida del Nilo.
En textos clásicos griegos se hace mención a las constelaciones. Por ejemplo, un pasaje de la Odisea (c. VIII a.e.c.) narra que Ulises se guía por la Osa Mayor para regresar a Ítaca.
Constelaciones y signos zodiacales
Una constelación era el conjunto de estrellas que formaba el dibujo que daba nombre a la constelación (imagine las estrellas como puntos en un papel unidos con trazos). Las otras estrellas próximas se consideraban estrellas asociadas a la constelación.
La definición actual de constelación incluye todas las estrellas dentro de un área de la esfera celeste. Éstas fueron definidas hace menos de un siglo, en 1 930, por la Unión Astronómica Internacional.
Las constelaciones zodiacales son aquellas incluidas en una banda de la esfera celeste por la que pasa la eclíptica (recorrido aparente seguido por el Sol en la esfera celeste a lo largo de un año, visto desde la Tierra). Detrás de las constelaciones zodiacales están los signos zodiacales, cuyos nombres derivan del nombre de animales. Zodiaco significaba en griego rueda de animales (cuyo origen se remonta a Mesopotamia).
Los antiguos griegos ya conocían Ofiuco
En torno al siglo V a.e.c. la posición de las constelación zodiacales coincidía con el signo zodiacal del mismo nombre, aunque no hay una correspondencia directa pues constelaciones y signos ocupan extensiones diferentes. Realmente, hay 13 constelaciones que pasan por la eclíptica. La decimotercera es Ofiuco y los griegos lo sabían.
La división en 12 sectores iguales probablemente tiene su origen en Mesopotamia, y se hizo así para hacerlos coincidir con sus meses.
Para establecer la posición de los signos zodiacales se toma como inicio signo de Aries (♈︎ 0º) que corresponde al punto Aries, coincidente con el equinoccio de primavera (en el hemisferio boreal).
Sin embargo, la coincidencia de signos y constelaciones en la mismo posición fue por un tiempo relativamente. Debido a la precesión de los equinoccios descubierta por Hiparco, la posición de las estrellas no sigue un ciclo anual sino que se desplazan respecto a los signos zodiacales, aproximadamente 1º por siglo.
El Catálogo de Ptolomeo
Claudio Ptolomeo (Alejandría, s. II) recogió la tradición babilónica y de astrónomos anteriores, en particular Hiparco, posiblemente el astrónomo más influyente de la antigüedad. En su Sintaxis Matemática o Almagesto desarrolla un modelo matemático que permite calcular la posición de los planetas respecto a los signos zodiacales (que no es lo mismo que constelaciones zodiacales) que incluye la posición de algo más de mil estrellas. Recientemente, en un palimpsesto se ha encontrado una descripción detallada del meteoroscopio (un tipo de esfera armilar) que utilizaba para medir las posiciones de los astros.
El catálogo de Ptolomeo contiene 48 constelaciones (las entonces visibles desde Alejandría). Para cada constelación se incluyen las estrellas que la forman, con una descripción, su posición en coordenadas eclípticas y la magnitud (luminosidad aparente). La longitud eclíptica se expresa en grados, referidos al signo zodiacal correspondiente, por ejemplo: la estrella Regulus en el Almagesto tiene por longitud: ♌︎ 2 ½, que indica que está a 2º 30′ del inicio del signo de Leo (♌︎). Una misma constelación suele estar repartida entre más de un signo.
La práctica de referir las posiciones respecto a los signos zodiacales continuó hasta Copérnico (finales del s. XVI) y esto a veces se olvida, incluso en publicaciones recientes.
¿Hay que revisar las fechas de los horóscopos?
Este año, como suele ocurrir desde hace varios, corrió el bulo de que la NASA iba a cambiar las fechas de los signos zodiacales y que daría entrada a un nuevo signo, Ofiuco (⛎). En distintos medios aparecieron “explicaciones científicas” sobre el supuesto error que cometían los astrólogos al utilizar en los horóscopos fechas de hace más de 2 000 años. Pero no fue así. Los astrólogos/astrónomos distinguían entre signos y constelaciones zodiacales. Entre otras razones tenían una justificación práctica: los signos zodiacales eran los que se creía que influían en las personas, pues eran los que marcaban las estaciones climáticas.
En la actualidad los signos zodiacales, que son la referencia de los horóscopos, están desplazados casi un mes respecto de las constelaciones, y Ofiuco está en la banda zodiacal, aunque sigue sin ser considerado un signo del zodiaco.
En cualquier caso, no hay que preocuparse por haber nacido bajo uno u otro signo. Desde el siglo XVII la astrología pasó a ser considerada una creencia falsa. De alguna manera había estimulado el desarrollo de la astronomía pero su tiempo había pasado.
Escrito por J. Guillermo Sánchez León, Modelización matemática. IUFFyM, Universidad de Salamanca.
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