Junio es el mes del orgullo LGBT+ debido a diversos acontecimientos históricos con los cuales se conmemoran las luchas de las poblaciones diversas en el mundo.
Por ejemplo, este 25 de junio es el Día Mundial de la Diversidad Sexual, con el cual se reivindican los derechos humanos de las personas gays, lesbianas, bisexuales, pansexuales, trans e intersexuales.
Para reflexionar al respecto de estas poblaciones, te explicamos dos conceptos que seguramente has leído por ahí y son muy utilizados, pero poco entendidos: la orientación sexual y la identidad de género.
Ambas categorías hacen referencia a la amplia gama de posibilidades para que una persona se exprese y viva su sexualidad e identidad. Una no depende de la otra, pero se complementan y coexisten juntas.
¿Qué es la orientación sexual y por qué no llamarla “preferencia”?
La orientación sexual es la atracción emocional, romántica y afectiva hacia otras personas de un género o sexo específico.
Por ejemplo, las personas heterosexuales son aquellas que se sienten atraídas por personas del sexo opuesto (un hombre hacia una mujer o viceversa). En tanto, una persona homosexual siente atracción por una persona de su mismo sexo (hombre hacia un hombre, mujer hacia una mujer).
Dentro de la diversidad de las orientaciones sexuales se hallan las personas gays, lesbianas, bisexuales, pansexuales y heterosexuales, entre otras.
La orientación sexual se moldea desde una edad temprana y depende de una interacción compleja entre factores biológicos, cognitivos y del entorno; incluso, los estudios más recientes indican que también depende de la biología, es decir, de los factores hormonales genéticos, de acuerdo con la American Psychological Association (APA) de Estados Unidos.
Se usa el concepto “orientación sexual” y no “preferencia sexual”. Esto se debe a que las personas no pueden elegir si son heterosexuales u homosexuales (gays, lesbianas o bisexuales). La APA apunta que la orientación se desarrolla durante la adolescencia sin que haya de por medio ninguna experiencia sexual previa.
No es una preferencia pues no se elige y, además, la APA apunta que “especialistas en Psicología no consideran la orientación sexual como una elección consciente que pueda cambiarse voluntariamente”.
Otro concepto importante en este mismo sentido es el de “diversidad sexual”. Para el Instituto de las Mujeres mexicano (Inmujeres), se define de la siguiente manera:
Diversidad sexual: “Toda la gama de orientaciones sexuales e identidades de género que forman parte de la vida cotidiana de los seres humanos; se refiere a las posibilidades que tienen las personas de vivir y asumir su sexualidad de manera libre y plena, de expresar y asumir el deseo, el erotismo, la afectividad y las prácticas amorosas”.
Dentro de las orientaciones también se encuentran aquellas que se utilizan para explicar el tipo de conexión emocional de las personas, por ejemplo, en ese espectro se encuentra la asexualidad (no hay atracción sexual); la demisexualidad (atracción sexual solo si hay cercanía emocional e intimidad previa); arromanticismo; entre otras.
¿Qué es la identidad de género?
La identidad de género es una vivencia individual y personal de cada persona sobre el género, lo cual puede corresponder con el sexo asignado al nacer.
Cada persona, a veces incluso antes de nacer, es designada con palabras que marcan el género de acuerdo con el sexo biológico, por ejemplo, cuando se dice que un bebé será niño o niña, y con ello se delimita lo que se espera de esa personita en cuanto a la identidad bajo la cual vivirá.
La Conapred destaca que la identidad de género está relacionada con la vivencia personal del cuerpo y con la expresión de género (lo que una persona decide vestir, el modo en que habla y su forma de actuar o interactuar).
Al respecto de la identidad de género, Inmujeres puntualiza lo siguiente:
“El derecho a la vivencia personal del género incluye la libertad para escoger el sentido del cuerpo, lo cual puede implicar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios médicos, quirúrgicos o de otra índole, así como otras expresiones tales como el vestido, el modo de hablar y la expresión corporal”.
Como parte de la identidad de género se abarcan al menos tres conceptos: la identidad sexual (la vivencia de una persona sobre su cuerpo); la expresión de género (la forma en que cada persona manifiesta su género mediante la apariencia / ropa y el comportamiento). De manera separada y complementaria está la orientación sexual.
Dentro de esta vivencia personal del género se encuentran las personas cisgénero, las personas transgénero, y todo el “paraguas trans” que abarca a toda la diversidad sexogenérica. La Conapred destaca que al tomar varias formas, algunas personas también se identifican con dos géneros o con ninguno.
Al haber una gran amplitud en cómo una persona se vive a sí misma, la identidad y la orientación son también diversas. Por eso hay personas cisgénero heterosexuales; mujeres trans lesbianas; hombres trans homorománticos; etcétera.
Aquí se encuentran igual las personas no binarias, cuyas identidades se agrupan con palabras como genderqueer, género fluido, bigénero, trigénero y agénero.
Con información de APA, Inmujeres y Conapred.