El plástico, el 'enemigo público ambiental' de la Ciudad de México en nuestros días. Los hábitos de consumo actuales sugieren que sería muy difícil eliminarlo de nuestra vida. Los encontramos en nuestra casa, en el trabajo, la escuela y en la calle. Muchos objetos que nos rodean son de este material.
El problema es que si no se toman medidas, para 2050 existirán cerca de 12 mil millones de toneladas de desechos plásticos repartidos en vertederos, mares y océanos, de acuerdo con un informe de ONU Medio Ambiente.
Y como sabemos, gran parte del problema es el tiempo que tarda en degradarse.¿Cuánto es ese tiempo?
Las bolsas de plástico, fabricadas con polietileno de baja densidad, tardan alrededor de 150 años en descomponerse totalmente. Sin embargo, las botellas de plástico pueden tardar en degradarse hasta mil años si permanecen enterradas, según la Fundación Aquae.
En el caso de los vasos y platos de plástico tardan 50 años. A los globos habituales de fiestas y celebraciones les cuesta hasta 60 meses, mientras que a los mecheros 100 años, y a las suelas del calzado entre 10 y 50 años.
Si hablamos de los típicos cubiertos de plástico, tardan hasta 400 años en degradarse, de acuerdo con Aquae.
"Las cualidades de este material, barato, ligero y fácil de producir han llevado a que su producción alcance cantidades a las cuales somos incapaces de hacer frente. Solamente una pequeña fracción de los plásticos que son descartados se recicla", señala el informe de ONU Medio Ambiente.
Las probables soluciones
María Rosa Gómez Antón y José Ramón Gil Bercero, autores de Los plásticos y el tratamiento de sus residuos, destacan en el texto que "el plástico es un producto no natural que se obtiene en la industria a través de reacciones químicas. Es por tanto un producto de síntesis de laboratorio o un producto sintético. Las propiedades finales del material son muy diferentes, según sea la naturaleza del producto de partida y el procedimiento seguido en su obtención".
Ahora, hay que decir que el plástico no es 'el diablo' de los materiales, y lo que se requiere, además de reducir su uso, es darle un tratamiento correcto.
"Los plásticos no son malos por sí; tienen grandes ventajas para el sector de alimentos porque les confieren protección, nos permiten tener alimentos seguros y eso es una necesidad básica, lo que tenemos que hacer es darles un tratamiento que permita que no se conviertan en ese problema ambiental", dijo la doctora Amelia Farrés González Saravia, investigadora de la Facultad de Química de la UNAM.
Farrés, junto con la investigadora Carolina Peña Montes, han desarrollado un nuevo método capaz de degradar el plástico en un plazo de semanas, que normalmente tardaría 500 años en ese proceso.
Las investigadoras lograron aislar los genes del hongo Aspergillus nidulans (que con frecuencia se encuentra en suelos y frutas), los cuales pueden funcionar para degradar los plásticos.
El método solo funciona en aquellos materiales que tienen en su formulación química enlaces éster, como el tereftalato de polietileno y el ácido poliláctico (con los que se hacen envases). Primero tienen que ser tratados térmicamente además de tener un proceso químico o ser molidos.
Después, en un medio acuoso (abundante agua) se pone en contacto con la enzima que rompe los enlaces éster del polímero.
"Sólo se ha probado a pequeña escala, para escalar a nivel industrial se tendrían que considerar otros factores", afirmó la investigadora de la UNAM.
La especialista observó que en cinco años esta tecnología podría estar disponible para resolver el problema de la basura plástica en el mundo, que, según el pronóstico de la Unión Europea, si su producción continúa a este nivel en 2050 habrá más basura que peces en los mares del mundo.
"En el caso del proyecto propuesto por la Facultad de Química -y otros en el mundo- se hace uso de enzimas producidas por microorganismos que se aplican en productos que no son de origen biológico, sino químico, como el PET, pero que contiene enlaces reconocidos por estas enzimas, que funcionan como tijeras que actúan sobre un collar de cuentas, que es el polímero, y lo van cortando. Estos enlaces vuelven al polímero biodegradable, esto es, degradable por vías biológicas", explicó la académica.
Aunque aclaró que hay que distinguir entre un producto biodegradable y uno compostable. "Este último es de origen vegetal por lo que si se desecha junto con materiales orgánicos se degradará".
Según datos de ONU Medio Ambiente de 2019, cada minuto se compran un millón de botellas de plástico y, al año, se usan 500 mil millones de bolsas. Ocho millones de toneladas acaban en los océanos cada año, amenazando la vida marina.
Asimismo, la asamblea medioambiental de la ONU ha terminado con una declaración en la que más de 200 países se comprometen a reducir el uso de plásticos de aquí a 2030.
Es tiempo de actuar.
Con información de la UNAM Global, ONU Medio Ambiente y Fundación Aquae