Para Jan Žák la relación parental en casa era insostenible, y con sus raíces granjeras a los 18 años pidió un préstamo para iniciar su propio negocio con ovejas y vacas en la localidad de Rudimov, República Checa.
Desde ese 2003 a la fecha cuenta con más de 600 borregos, 90 vacas, toros, y hasta cabras como hobby, además de un negocio de venta de plantas de CBD para biocosméticos.
Todos criados bajo el esquema de libre pastoreo en 215 hectáreas y parámetros que les ha hecho posible tener la certificación de orgánicos y acceder a fondos que les han permitido desde 2014 ya también convertirse en uno de los principales productores de carne con certificado orgánico en República Checa.
“Debido a que somos productores y orgánicos podemos colectar puntos que nos ayudan en el caso que quisiéramos expandirnos o comprar nuevas máquinas, o equipo, y nos han dado parte del inicio de la compañía”, relató Žák, director general y fundador de Masozluky.
A temperaturas no mayores a las 5 grados sus productos tienen una vida de anaquel de hasta 30 días, aunque esa es una barrera, está dentro de las empresas que la campaña Bocados de Europa, de la Unión Europea, tiene en la mira para poder impulsarlos y que el mundo experimente ‘de la granja a la mesa’.
La política agrícola común (PAC) de Europa tiene como meta hacia 2030 que 25 por ciento de las granjas sean orgánicas, actualmente es el 10 por ciento. Además, busca reducir a menos de 50 por ciento el uso de pesticidas, con diversos programas y metas que se apoyarán en una reserva financiera de al menos 450 millones de euros anuales.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) el consumo de carne y vegetales orgánicos disminuye la exposición a las bacterias resistentes a los antibióticos y ofrecen una mayor concentración de antioxidantes, respectivamente. Para los pesticidas hay un tema de salud, y también económico, ya que se han encarecido al menos un 30 por ciento por la situación bélica de Rusia contra Ucrania, algo que no pasa entre las preocupación de Farma Kamenicâny, ubicada en Eslovaquia, pues entre sus empleados para las cosechas de jitomates cherry y uva tienen en su ‘nómina’ a insectos y abejorros que mantienen en control las plagas y ciertos nutrientes.
Llevaron la hidroponia al siguiente nivel y todo se reutiliza, en primavera y verano se alimentan de luz solar, pero llegado el otoño y el invierno la electricidad es generada por su planta de biogas que se alimenta de la basura orgánica de la granja y la comunidad.
Por su parte, Austria ya está en la meta, y el 25 por ciento de sus granjas son orgánicas, tal es el caso de Adamah BioHof, quienes encontraron en la pandemia una nueva oportunidad de negocio al pasar de cultivar a sumar ecommerce para su localidad e inclusive llegando hasta Alemania, moviendo hasta 7 mil cajas de órdenes a la semana.
“Como granja orgánica tenemos acceso a subsidios, es un pago directo proporcional a la producción y son muy importantes para subsistir ante la competencia”, concluyó Simon Zoubek, segunda generación al frente de la granja.