América Latina y el Caribe viven una paradoja en el camino hacia el uso de combustibles de avión sostenibles, conocidos como SAF (Sustainable Aviation Fuel).
Si bien, se trata de una región que tiene las materias primas para producirlo e, incluso, exportar insumos que sirven de base para los energéticos “verdes” como en Europa y Estados Unidos, el problema es que no se ha perfilado aún un desarrollo industrial para suministrar los galones que el sector aeronáutico de la región requiere para volar en las siguientes décadas.
Ello, como un síntoma de la falta de una política pública y apoyo gubernamental, lo que terminará por cobrar la factura a los viajeros que verán un aumento en los precios de boletos de avión como medida de las líneas aéreas para paliar el impacto financiero que supondrá el uso de SAF, el cual, por ahora, es 2.3 veces más caro que el jet-fuel usado por las empresas latinoamericanas.
“Como las aerolíneas latinoamericanas, siguen con los impactos del Covid-19, van a recibir un aumento de costos por el SAF; pero no solo eso, es seguro que ese costo, que es tan grande, impactará a la población que también está afectada. Esto va a golpear la demanda y la conectividad; y entonces esto es una cadena”, señala en entrevista José Ricardo Botelho, director general de la Asociación Latinoamericana y del Caribe de Transporte Aéreo (ALTA).
El Consejo Internacional de Transporte Limpio prevé que para 2050 las medidas de sostenibilidad aumentarán los precios de los boletos en un 22 por ciento en comparación con el nivel en el que se encuentran, dijo recientemente a Bloomberg Rachel Muncrief, subdirectora del grupo, que proporciona análisis técnico a los reguladores ambientales.
El grupo industrial del Reino Unido, Sustainable Aviation, advirtió que, aunque la cantidad de pasajeros de aerolíneas aumentará a casi 250 millones para 2050, el costo de descarbonizar la aviación “reducirá inevitablemente la demanda de pasajeros”.
El grupo calculó que alrededor del 14 por ciento de una reducción anticipada en emisiones provendrá de menos viajeros.
Los combustibles limpios son mucho más costosos que el queroseno estándar que ahora se utiliza para impulsar los aviones, y ese se produce muy poco, por lo que no está claro quién lo pagará.
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés) estima que la cuenta mundial para la descarbonización de la aviación superará el billón de dólares.
“Eso tendrá que ser asumido por los consumidores, simplemente no hay forma de evitarlo”, dijo Willie Walsh, director de la Asociación que representa a más de 290 aerolíneas.
El costo sería aún más alto para las aerolíneas latinoamericanas, pues, además de tener un alto porcentaje de sus gastos operativos dolarizados, el combustible representa alrededor de un tercio de su costo de operación. Más aún: actualmente, un galón de SAF en América Latina es 2.3 veces más caro que un combustible tradicional, lo que dificulta el acceso a este tipo de energéticos.
Botelho remarca que para evitar un costo más alto que se traduzca en un aumento de los precios de los boletos, los gobiernos deben trabajar en conjunto con la industria aérea para diseñar una serie de políticas públicas que incentiven el desarrollo de la industria, esto en lugar de imponer un régimen de obligatoriedad en las metas de eliminación de emisiones de carbono.
Esta perspectiva concuerda con la del resto de la industria
El director general de la IATA elogió la medida de Estados Unidos de usar incentivos para estimular la producción y criticó la estrategia europea de impulsar un “castigo” regulatorio.
Cada país va a producir SAF, dijo Botelho, con los elementos que tengan en su país, con las características diferenciadas, por lo que es importante que los principales mercados en América Latina, como México, Brasil y Colombia, impulsen medidas de Estado para la producción de biocombustibles.
“Los países deberán tener políticas que beneficien a la región”, remarcó el director de la ALTA.
La aviación es responsable del 2 por ciento de las emisiones mundiales de dióxido de carbono, un dato que busca ser reducido por la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), que pide a los gobiernos dar incentivos para aumentar la producción de combustibles de aviación sostenibles (SAF) y llegar a 30 mil millones de litros en 2030.
Para cumplir con el compromiso cero neto de la aviación, las estimaciones actuales indican que SAF representará el 65 por ciento de la mitigación de carbono de la aviación en 2050, esto de acuerdo con la IATA.
En México, las aerolíneas en conjunto con Airbus están impulsando soluciones de combustibles sostenibles y hay por lo menos tres proyectos que han destacado.
Uno de ellos proviene del Instituto Politécnico Nacional de la Ciudad de México, por su propuesta para producir SAF a partir de la planta Jatropha curcas, mientras que el Centro de Investigación Científica de Yucatán, en Mérida, ha propuesto el uso de aceite producido a partir de semillas de moringa cultivadas en México. Este producto natural tiene un gran potencial gracias a que se podría producir ampliamente en más de 200 municipios.
En tanto, la CIATEC en León, Guanajuato, tiene una iniciativa para producir SAF a partir de residuos como el bagazo de agave.