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Huracán Otis: Alerta roja para empresas y expertos en el cambio climático

Las compañías que emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero contribuyen al calentamiento global.

"Si bien el huracán Otis se encontraba en un entorno propicio para el fortalecimiento, predecir ese tipo de intensificación sigue siendo bastante difícil", señaló Phil Klotzbach, investigador de la Universidad Estatal de Colorado. [Fotografía. Rogelio Morales Ponce/Cuartoscuro]

Por su velocidad, Otis tomó por sorpresa a centros de monitoreo y a la población de Guerrero, y de ser una tormenta tropical pronto se convirtió en un huracán categoría 5.

“No hubo tiempo de nada, ni de prepararse ni de nada; ya me había tocado un huracán categoría 5, Wilma, en Yucatán, pero esto fue brutal”, relata una de las sobrevivientes.

En menos de 12 horas Otis pasó de ser una tormenta tropical a un huracán categoría 5 que tocó tierra en el puerto de Acapulco, en el estado de Guerrero, un escenario de pesadilla para los meteorólogos que alertan por los estragos del cambio climático.

“La rápida intensificación sigue siendo extremadamente difícil de pronosticar. Si bien el huracán Otis se encontraba en un entorno propicio para el fortalecimiento, predecir ese tipo de intensificación sigue siendo bastante difícil. Ninguno de los pronósticos de los modelos estuvo ni siquiera cerca”, dijo Phil Klotzbach, investigador de huracanes de la Universidad Estatal de Colorado.

Los vientos máximos de Otis aumentaron de 80 kilómetros por hora en la mañana del martes 24 de octubre, a vientos máximos sostenidos de hasta 300 kilómetros por hora para las 00:25 horas de la madrugada del miércoles, cuando dio inicio y tocó tierra en la costa de Guerrero ya en categoría 5.

“Pasó de tormenta tropical a huracán en unas cuantas horas; todos los pronósticos prácticamente fallaron, (…) relacionado con el cambio climático hemos visto como hay ondas de calor en los océanos que se han incrementado, y este junio y julio del 2023 rompieron todos los récords desde 1950″, alertó Benjamín Martínez, investigador del Instituto de Ciencias de la atmósfera y cambio climático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).


La elevación en la temperatura del agua proviene del cambio climático, al que se le ha demostrado una conexión directa con las emisiones contaminantes empresariales.

El último reporte de Carbon Disclosure Project (CPD) titulado The Carbon Majors Database, destaca el papel de 100 empresas que son responsables del 71 por ciento de las emisiones globales, e incluso Walmart, que destaca como la que más emite en todo el sector retail de Alemania.

En tanto, el reporte Corporate Climate Responsibility Monitor 2023, elaborado por el Instituto New Climate, arrojó que 17 de 24 empresas tienen poca integridad, debido a la insuficiencia o total falta de compromisos explícitos de reducción de emisiones junto con promesas ambiguas de emisiones netas cero, donde aparecen VW, Amazon, American Airlines, Walmart y Samsung, entre otras.

La relación entre eventos climáticos extremos y las pérdidas empresariales es innegable, su vulnerabilidad ante desastres naturales ha llevado a la pérdida de empleos, interrupciones en cadena de suministro y, en última instancia, a la baja resiliencia económica.

Hasta antes de Otis, cuatro de los 10 siniestros más caros de la historia han sido huracanes, reveló la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), donde a la cabeza estaba Wilma de 2005 con valor de 2 mil 675 millones de dólares, evento que podría ser superado por Otis.

Enki Research ya valuó en 15 mil millones de dólares las pérdidas que podría haber causado Otis.

Otis dañó el 80 por ciento de los hoteles de Acapulco, y posiblemente el más afectado sea el Hotel Princess. Aunque la devastación también tocó al emblemático restaurante Señor Frog’s, al centro comercial de Funo Galerías Diana, a tiendas de conveniencia como Oxxo, y supermercado como, Soriana, Walmart, y Elektra, que han no sólo destrucción, sino saqueos. Tampoco hay electricidad o personal, los negocios de las calles, tan socorridos en Guerrero, siendo éste el segundo Estado con mayor índice de informalidad del país, detrás de Oaxaca, con 7 de cada 10 negocios que ya no existen.

En un mundo cada vez más afectado por el cambio climático, reducir las emisiones contaminantes no solo es una cuestión de responsabilidad ambiental, sino también de supervivencia empresarial. Aunque este 2023, las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2) se incrementarán en al menos 0.3 por ciento, alertó el informe Unidos en la Ciencia 2023, que coordina la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Guerras contaminan suelos y presionan al CO2

La guerra entre Rusia y Ucrania, y recientemente la de Israel-Hamás, también liberan contaminantes que presionan la reducción de CO2.

“Las tensiones geopolíticas también entorpecerían la cooperación mundial en torno a desafíos comunes como el cambio climático”, destacó el reciente documento de Perspectivas Económicas, Las Américas, elaborado por el Instituto Monetario Internacional (IMF, por sus siglas en inglés).

Datos recopilados por Ecoaction y mapeados por Greenpeace a través de imágenes satelitales revelan que los proyectiles usados en las guerras dañan directamente el medio ambiente, al desprender hierro, carbón, azufre y cobre, sustancias que se introducen en el suelo y se filtran a las aguas subterráneas, eventualmente penetrando en las cadenas alimenticias e impactando a personas y animales.

Explican que las explosiones de cohetes y artillería generan un cóctel de compuestos químicos integrados por monóxido y CO2, óxido nítrico (NO), óxido de nitrógeno (NO2), óxido nitroso (N2O), formaldehído, vapor de cianuro de hidrógeno (HCN), nitrógeno (N2).

Después de la explosión, estos compuestos se oxidan y aunque el dióxido de carbono no es tóxico, contribuye al cambio climático.

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