La Inteligencia Artificial (IA) ha demostrado en los últimos meses el poder que tiene para desarrollar sectores enteros mejorando la eficiencia, el consumo de energía, la precisión y la capacidad de tomar decisiones; sin embargo, junto a este poder transformador, ha surgido la preocupación por el impacto ambiental que esta tecnología puede provocar.
“Hoy estamos viendo una doble cara de la Inteligencia Artificial, por un lado vemos su capacidad para optimizar procesos industriales y ayudar a reducir el consumo de energía, pero por otro, vemos que para producir chips de IA, fabricar componentes de hardware, procesar más datos y entrenar a los modelos de IA se necesitan grandes cantidades de electricidad y agua”, dijo Santiago Fajer, director de Xira.
Según un informe de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), la IA tiene la capacidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de México, Estados Unidos y Canadá entre 10 y 15 por ciento hacia 2030 gracias a la capacidad que tiene para optimizar el consumo de energía eléctrica en las empresas y disminuir su consumo hasta en 40 por ciento.
Además, los algoritmos impulsados por IA desempeñan un papel crucial en la mitigación del cambio climático al facilitar la modelización climática precisa, pronosticar eventos climáticos extremos y optimizar los sistemas de energía renovable.
Las soluciones impulsadas por IA también tienen la capacidad de mejorar los esfuerzos de preservación de la biodiversidad al permitir la modelización predictiva y las iniciativas de restauración de hábitats.
“Incluso en sectores como la agricultura, la implementación de aplicativos con IA aumenta la precisión y el monitoreo de cultivos, ya que permite a los agricultores optimizar los insumos, minimizar el uso de productos químicos y aumentar los rendimientos de manera sostenible”, añadió el directivo de Xira, empresa especializada en el desarrollo de IA.
El lado oscuro de la IA y su impacto al medio ambiente
Para Javier Nova, líder del Segmento de Data Centers en Hitachi Energy, la acelerada adopción de herramientas con Inteligencia Artificial es una de las razones principales por las que ha aumentado el consumo de energía en los Centros de Datos.
“Para los próximos cinco años, el uso de la IA obligará a los Centros de Datos que operan en México a demandar mucha energía eléctrica, por lo menos 5 mil MegaWatts hora, estamos hablando de más de 230 por ciento de las estimaciones que se tenían a finales de 2023″, comentó Nova.
Pero eso no es todo, los sistemas utilizados para su alimentación demandan grandes cantidades de energía. Según un estudio del MIT Technology Review, el entrenamiento de uno de dichos modelos puede llegar a consumir el 20 por ciento de la electricidad a nivel global en 2025.
Además, la fabricación de los chips con IA requiere de sustancias químicas altamente tóxicas, una familia de 12 mil sustancias químicas que no se descomponen en el medio ambiente hasta después de decenas de miles de años, lo que les ha valido el sobrenombre de sustancias químicas eternas.
Incluso, las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS, por sus siglas en inglés) se han relacionado con enfermedades graves, incluido el cáncer, y aunque la industria de los semiconductores ha eliminado de manera gradual el uso de algunas, sigue dependiendo de las sustancias químicas eternas.
“Hay que agregarle que el menú de minerales necesarios para fabricar chips de IA se ha disparado de 11 a más de 60, incluidos el galio y el germanio, que carecen de normas federales de calidad y cuyos conocimientos sobre efectos sanitarios y ecológicos aún no se conocen del todo”, comentó el ejecutivo de Xira, firma especializada en IA.
Con todo lo anterior, los expertos coinciden en que la Inteligencia Artificial ofrecerá beneficios importantes a todas las empresas e industrias, pero los grandes desarrollados como Microsoft, Amazon, Google, Meta y Open AI deben hacer más sostenible el desarrollo de esta tecnología o, de lo contrario, su uso afectará más de lo que podría beneficiar al medio ambiente.