Revlon se acogió al Capítulo 11 de la ley de quiebras de Estados Unidos, ya que la crisis de la cadena de suministro global fue el punto de inflexión para una empresa altamente endeudada que ha luchado por aprovechar el auge de las ventas de cosméticos impulsado por influencers en las redes sociales.
El gigante de los cosméticos, propiedad de MacAndrews & Forbes, del multimillonario Ron Perelman, solicitó a última hora del martes protección judicial en el Distrito Sur de Nueva York. Según los documentos judiciales, los activos ascendían a 2 mil 300 millones a fines de abril y las deudas a 3 mil 700 millones.
Al acogerse al Capítulo 11, la empresa puede seguir operando mientras elabora un plan para pagar a sus acreedores. Revlon informó en un comunicado que ha conseguido 575 millones de dólares del llamado financiamiento de deudor en posesión de los prestamistas existentes para financiarse durante la bancarrota.
La quiebra culmina un período tumultuoso para la empresa, que sufrió durante la pandemia y enfrentó años de caídas de las ventas a medida que cambiaban los gustos de las consumidoras y las marcas emergentes le quitaban participación de mercado. Recientemente, la empresa dijo que los problemas de la cadena de suministro y la inflación estaban poniendo a prueba su capacidad para seguir el ritmo de la recuperación de la demanda de los consumidores.
“La demanda de nuestros productos por parte de las consumidoras sigue siendo fuerte: a la gente le encantan nuestras marcas y seguimos teniendo una posición saludable en el mercado. Pero nuestra complicada estructura de capital ha limitado nuestra capacidad para sortear los problemas macroeconómicos para satisfacer esta demanda”, apuntó la directora ejecutiva de Revlon, Debra Perelman, en un comunicado.
La empresa, de 90 años de antigüedad, empezó vendiendo esmaltes de uñas en plena Gran Depresión, y más tarde agregó a su colección labiales combinados. En 1955, la marca ya era internacional.
El holding de Perelman asumió el control de Revlon en 1985, tras una polémica adquisición que se financió con deuda “basura” obtenida por Michael Milken. MacAndrews & Forbes demandó en un momento a Revlon por la aceptación de la compañía de una oferta más baja de Forstmann Little & Co., lo que dio lugar a una decisión judicial histórica en Delaware sobre los deberes fiduciarios de los miembros del directorio, a veces denominada la “Regla Revlon”.
La carga de la deuda de la empresa resultó gravosa, especialmente después de que vendiera más de 2 mil millones de dólares en préstamos y bonos para financiar su adquisición de Elizabeth Arden en 2016. También es propietaria de marcas como Cutex y Almay, y comercializa en más de 150 países.
En los últimos años, Revlon ha tenido problemas para competir con marcas más nuevas y las que son propiedad de sus rivales L’Oréal y Estée Lauder que han recurrido a videobloggers y personalidades de Instagram para impulsar el crecimiento. La pandemia supuso otro golpe para las ventas.
En el pasado, Revlon ha estado a punto de incumplir el pago de sus deudas, llegando a acuerdos con los acreedores para reestructurar sus obligaciones fuera de los tribunales, y más tarde se vio envuelta en uno de los errores más infames de la industria bancaria cuando Citigroup, con la intención de procesar un pago de rutina de intereses de un préstamo, pagó por error a algunos acreedores de Revlon casi 900 millones de dólares.