Aeromar anunció el cese definitivo de sus operaciones este miércoles 15 de febrero, luego de años de problemas financieros que llegaron a un punto en el que no pudo cumplir con la necesidad de suministro de combustible y de servicios aeroportuarios en la terminal aérea de la Ciudad de México.
Se trata de la segunda aerolínea que cierra sus operaciones durante el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, luego de que Interjet también anunciara su ‘caída’.
Sin embargo, los males de las aeroíneas en México viene desde los años noventa, cuando habían hasta 24 empresas nacionales que ofrecían vuelos en el interior y al extranjero.
El problema ha sido tan grande, que de 1995 a 2015 desaparecieron 20 aerolíneas en México, incluida Taesa, que fue protagonista de una ‘guerra’ de tarifas.
¿Cuál es la historia de Taesa?
Transportes Aéreos Ejecutivos (Taesa) fue creada el 27 de abril de 1988 y tenía como uno de sus principales inverionistas a Carlos Hank González, quien fue gobernador del Estado de México y, de acuerdo con Marco Leyva Piña, profesor e investigador de Sociología en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), tuvo el apoyo político necesario para invertir en el mundo de las aerolíneas pese a no tener experiencia.
A pesar de la relación de Hank González, la aerolínea era oficialmente de Alberto Abed Schekaiban. Llegó a cubrir 26 destinos nacionales y 7 internacionales; operó hasta 31 aviones.
El 1991, con la desregulación del sector aéreo mexicano, Taesa tuvo un enorme crecimiento de usuarios, pasando de los 406 mil hasta los 2 millones 951 mil, esto, en buena parte, a las bajas tarifas que ofrecía.
La crisis económica de México en 1994 no le sentó nada bien a Taesa, ya que fue el inicio para que acumulara una deuda de hasta 400 millones de dólares; sin embargo, eso no detuvo su pelea tarifaria con las aerolíneas predominantes en el país, y en 1995 llegó a ofertar vuelos por 99 pesos de la Ciudad de México y Tijuana.
Taesa llegó a operar el 10.1 por ciento del tráfico aéreo nacional; sin embargo, la desregulación, la falta de actualización y un grave accidente propiciaron su caída en el 2000.
La debacle de Taesa
Luego del crecimiento de clientes gracias a sus bajos costos, Taesa volvió a los precios reales y la demanda de sus operaciones cayó, afectando económicamente y reduciendo la cantidad de aviones a su cargo.
Marco Leyva Piña apuntó que el crecimiento de Taesa fue notable en sus primeros años; sin embargo, debido a los cambios y actualizaciones en el proceso de operación, la empresa comenzó a tener problemas y se notaron retrocesos en su funcionamiento.
El desplome de uno de sus aviones en Uruapan el 9 de noviembre 1999 fue el golpe final para Taesa, ya que la DGAC le suspendió su licencia y el 21 de febrero del 2000 fue declarada en quiebra.
“Taesa ha explotado tradicionalmente el mercado de los vuelos de fletamento para pasajeros y carga, ahí también su desempeño indica fuertes problemas para su operación”, explicó Leyva Piña en su artículo Transportes Aéreos Ejecutivos, S.A. (TAESA): expresión de un sistema político indeseable.
Dicha publicación, lanzada en el 2000, abunda que Taesa fue claro ejemplo de las políticas económicas neoliberales, privatizaciones y desregulaciones, que terminan por afectar a la fuerza de trabajo y a la competencia leal por obedecer exclusivamente al mercado.
“la empresa ha tratado de cubrir sus problemas a través del castigo salarial, del escamoteo de prestaciones sociales, de la intensificación de las jornadas de trabajo por encima de las leyes laborales nacionales e internacionales, sin pagos extraordinarios. Estas condiciones de trabajo precarias han permitido la sobrevivencia de la empresa... La crisis financiera de la empresa es evidencia de una pésima estrategia de competencia” puntualizó Leyva Piña.
Su salida dio lugar a Líneas Aéreas Azteca, empresa que absorbió parte de la flota y personal de Abed Schekaiban. Inició operaciones en junio de 2001 bajo el mando de Leonardo Sánchez Avalos. Voló hasta 8 aviones y cubrió alrededor de 20 destinos nacionales y dos en Estados Unidos. En marzo de 2007, la SCT suspendió por definitiva su licencia por no cumplir con los estándares de seguridad. La Profeco embargó a la empresa hasta por 75 millones de pesos.