Donatella Versace es conocida por sus llamativas creaciones para la pasarela. Pero ahora está captando la atención por una razón diferente: el enorme precio que cobró por la marca de moda que lleva su apellido y que ha dirigido durante los últimos 20 años.
Para Gianni Versace y su accionista minoritario Blackstone, el momento parece perfecto. Las ventas de lujo están aumentando, a medida que los compradores chinos vuelven con ganas.
Mientras tanto, los recortes de impuestos en Estados Unidos han aumentado el poder adquisitivo de los estadounidenses acaudalados. Esa combinación ha elevado las valoraciones de las empresas en toda la industria. El auge se ve enfatizado con los 2 mil 100 millones de dólares que Michael Kors está pagando por Versace.
El precio es equivalente a 22 veces las ganancias proyectadas, según Kors. Eso es mucho más que el múltiplo de 15 veces que pagó por Jimmy Choo el año pasado y las aproximadamente 9 veces que Tapestry, previamente Coach, pagó por Kate Spade.
Entonces, para otros grupos de lujo más pequeños, hay una fuerte razón para seguir los elegantes pasos de Donatella Versace. La italiana Salvatore Ferragamo podría ser el próximo candidato con mayor probabilidad, luego de que Dealreporter dijera que varias firmas de capital privado se acercaron a la marca.
Es posible que Prada y Tod's , controladas por las propias familias, también quieran replantearse si sus incipientes recuperaciones no continúan dando frutos.
Dos años de fuertes ventas significan que los titanes de la industria tienen sus bolsillos llenos de efectivo. La francesa Kering es un grupo de lujo puro, después de escindir la mayor parte de Puma. Si bien Bernard Arnault, presidente de LVMH Moët Hennessy Louis Vuitton, se lamenta por los alocados precios de los posibles objetivos, algunas de las marcas más pequeñas podrían encajar bien con una cartera de un grupo más grande.
Sin embargo, los gigantes franceses tienen que lidiar con los estadounidenses de Kors y Tapestry, que están dispuestos a pagar altas sumas para convertirse en potencias de la moda de lujo y, así, igualar a sus rivales parisinos.
Mientras que Kors está ocupado con Versace en este momento, Tapestry ha tenido tiempo para digerir la compra de Kate Spade del año pasado. Tampoco es difícil imaginar que vaya por más objetivos.
Ferragamo, con una capitalización bursátil de alrededor de 3 mil 500 millones de euros, estará observando la decisión de Versace con interés. Es una marca de patrimonio, y aunque su cambio no ha sido exitoso, no se ha devaluado por la sobreexposición.
Con la dirección creativa y la experticia gerencial adecuadas, sus ventas y ganancias podrían aumentar exponencialmente, demostrando ser un incentivo para que un comprador pague por el potencial.
Las marcas más pequeñas están teniendo que invertir en infraestructura –para mantener los productos más populares en los estantes– y en su presencia digital, y es posible que eso sea mejor manejado por un dueño con mucho dinero.
La única pregunta es si este es realmente el punto más alto del ciclo en las valoraciones de lujo. Si las reestructuraciones de estas empresas más pequeñas sí dan frutos, los propietarios de las familias podrían exigir precios aún más altos en el futuro.
Ferragamo aumentó sus posibilidades recientemente con el nombramiento como máxima ejecutiva de Micaela le Divelec Lemmi, quien trabajó 20 años en Kering, así que sabe lo que está haciendo.
El riesgo de esperar es que la opulenta fiesta de la industria se detenga.
La guerra comercial entre EU y China es sin duda una preocupación, al igual que las tensiones en el Medio Oriente. Si espera mucho para vender es posible que termine como el éxito de alta costura del año pasado: hermoso en ese momento, pero ahora nadie lo quiere.
Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg y sus dueños, ni de El Financiero.