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'Chicharitos' - 'Neymares': La pelea de México y Brasil por las petroleras

La competencia para atraer a las grandes firmas petroleras pone sobre la mesa las abundantes pero costosas reservas en aguas profundas de Brasil contra los más accesibles desarrollos en las costas de México, que vienen con una dosis de riesgo político.

Brasil y México están compitiendo por un recurso escaso: Las inversiones de las grandes petroleras del mundo que se han estado retirando de grandes proyectos costa afuera que una vez codiciaron.

Tras dos oleadas de nacionalizaciones de los recursos naturales que dejaron poco espacio en América Latina para gigantes como Exxon Mobil, Royal Dutch Shell y Total, el juego está cambiando.

Gobiernos a lo largo del continente están propiciando agresivas reformas y cambios contractuales para atraer a firmas petroleras que en los últimos años se han dedicado a recortar costos y reducir sus presupuestos de inversión para adaptarse a un largo ciclo de bajos precios del crudo.

La competencia pone sobre la mesa las abundantes pero costosas reservas en aguas profundas de Brasil versus los más accesibles desarrollos en las costas de México, que vienen con una dosis más alta de riesgo político.

"Ambos son atractivos. Ambos tienen potencial", dijo Wael Sawan, vicepresidente ejecutivo de aguas profundas de Shell. "Tenemos como compañía, creo que como industria, recursos escasos de capital para poder hacer las inversiones que requieren en particular los proyectos en aguas profundas".

Sawan es uno de los ejecutivos petroleros reunidos esta semana en Río de Janeiro con la meta de ganar un espacio en los bloques que ofrece Brasil en su más reciente licitación.

Brasil se ha dedicado recientemente a crear un ambiente más propicio para la inversión, mientras que aventurarse a un proyecto en México luce emocionante aun en medio de preocupaciones políticas y de infraestructura, según Sawan.

Los bajos precios del crudo han llevado a las petroleras a escoger más cuidadosamente dónde invertir, pero a muchas de ellas les urge mejorar sus portafolios mediante la adhesión de reservas de crudo y gas. El ritmo al que son capaces de reponer las reservas desarrolladas es una medición clave para sus accionistas, y los bloques que ofrecen México y Brasil vienen con miles de millones de barriles disponibles.

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Te ofrezco mi campo

Varios gobiernos en América Latina han relajado términos fiscales y contractuales buscando acelerar la adjudicación de todo tipo de reservorios, desde aguas ultra profundas hasta campos maduros que requieren tecnología especializada de recuperación secundaria.

Para maximizar sus posibilidades, Brasil eliminó la necesidad de que la brasileña Petrobras, manejada por el Estado, actúe como operadora de proyectos en aguas profundas en yacimientos subsal, que contienen vastas reservas de crudo de alto valor. Esto le confiere margen de maniobra a las empresas privadas para manejar la exploración y producción de los campos.

Brasil también flexibilizó sus requerimientos de contenido local para las obras y suministro de equipos, lo que había demorado muchos proyectos; y publicó un calendario de tres años de las licitaciones por venir para facilitar la planificación.

México ha respondido con un mecanismo sencillo de calificación para las licitaciones. Ha estado vendiendo más abiertamente la data geológica disponible para permitir su reprocesamiento y ha puesto requisitos de contenido local diferenciados por tipo de desarrollo.

Para muchas transnacionales, el lado mexicano del Golfo de México brinda una geología familiar: Las formaciones debajo del lecho del mar son similares a las que han estado perforando por años en el lado estadounidense. Pero a diferencia de Brasil, la falta de infraestructura en aguas profundas es un asunto por superar.

Más allá del potencial de los campos, los dos países enfrentan retos políticos.

La relativamente reciente reforma energética mexicana y una elección presidencial por venir en 2018 implican riesgos para muchas petroleras, algunas de ellas aún en disputa tras la nacionalización de sus activos en Venezuela.

El capital privado está apenas comenzando a operar en la industria petrolera mexicana justo cuando la relación entre los gobiernos de México y Estados Unidos atraviesa uno de sus peores momentos y se renegocian acuerdos comerciales claves.

Las opiniones públicas del presidente Donald Trump sobre México han enfurecido a muchos ciudadanos, dando al candidato de izquierda Andrés Manuel López Obrador, un abierto crítico de Trump, un empujón en las encuestas. López Obrador ha dicho que, de llegar a la silla presidencial, podría celebrar un referendo para saber si los mexicanos apoyan la reforma.

"No tengo dudas de que México podría ser más atractivo que Brasil", dijo Francisco Monaldi, experto en Política Energética Latinoamericana del Instituto Baker en la Universidad de Rice. "Pero la posible combinación Trump-López Obrador asusta a los inversionistas", argumentó.

La próxima licitación petrolera en México concluirá en enero, cuando la Comisión Nacional de Hidrocarburos anuncie los ganadores de 29 bloques costa afuera con unos 4 mil 200 millones de barriles de recursos prospectivos. Otras 35 áreas en aguas someras con unos 2 mil millones de barriles siguen en el calendario de licitaciones, con resultados esperados para marzo.

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Grandes petroleras, grandes bonos

Las autoridades brasileñas esperan que la ronda licitatoria de este viernes sea la más competitiva hasta ahora. Unas 16 compañías calificaron para ofertar en los bloques subsal.

Las grandes petroleras Royal Dutch Shell y Exxon Mobil se adjudicaron una serie de bloques en esa subasta de la codiciada región petrolera del presal en Brasil. Otros cuatro bloques serán subastados más tarde.

"Hemos hecho extraordinarios avances en el marco regulatorio en el último año", dijo Joao Carlos de Luca, asesor del Instituto Brasileño de Petróleo, Gas y Biocombustibles que representa a las petroleras en el país. "Eso ha puesto a Brasil de nuevo en el mapa".

La licitación anterior en septiembre por 287 bloques recibió mil 200 millones de dólares en ofertas, bastante más de lo esperado. El resultado se debió principalmente a Exxon, que se robó el show con ofertas agresivas. Hasta entonces, Exxon era una de las pocas petroleras internacionales ausente en aguas profundas de Brasil.

Exxon ha estado aumentando inversiones para reponer sus menguantes reservas. En Sudamérica tiene presencia en el desarrollo Vaca Muerta en Argentina y también se aventuró en Guyana en un proyecto de 4 mil 400 millones de dólares con Hess.

Incluso en Ecuador, en donde cada gobierno en las últimas décadas ha cambiado los contratos petroleros, el presidente Lenín Moreno está llamando a inversionistas a dos rondas licitatorias en 2018 por hasta 24 bloques bajo términos más atractivos.

Argentina también ha dicho que planea licitar bloques para la exploración en busca de petróleo y gas en su costa del Atlántico tras una pausa de 15 años en este tipo de ofertas.

"Las condiciones actuales son exactamente opuestas a las que propiciaron el nacionalismo. Todo el mundo está ofreciendo campos, pero los espacios disponibles en los portafolios de las transnacionales con precios por debajo de 50-60 dólares por barril son muy pocos", dijo Monaldi.

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