Una combinación de factores fue lo que causó el repentino desmoronamiento de la empresa de viajes británica Thomas Cook, entre ellos las nuevas tendencias turísticas, el auge de las reservaciones por internet, la depreciación de la libra británica y el calor inusual.
Además, sus problemas financieros, como su deuda de mil 600 millones de libras (2 mil millones de dólares), despojaron a la empresa de su capacidad de reaccionar ágilmente.
Todos esos factores en conjunto formaron una tormenta perfecta que este lunes dejó a la empresa de 178 años de antigüedad sin poder funcionar, dejando varados a miles de viajeros en todo el mundo.
Según analistas Thomas Cook, tras un auge en los años de 1980 por la afición de los paquetes turísticos, no reaccionó con la debida agilidad cuando los clientes abandonaron las agencias de viaje y se volcaron a la internet.
La empresa quedó rezagada con respecto a compañías online como Airbnb y otras que permiten reservar por separado el vuelo, el transporte y el alojamiento, lo que obliga a bajar los precios ya que la clientela los compara.
"La compañía no pudo adaptarse al nuevo ambiente en la industria de viajes y ventas minoristas", estimó Michael Hewson, analista de CMC Markets UK.
La compañía sí tenía presencia en internet, y el año pasado el 48 por ciento de sus reservaciones se hizo por esa vía. Pero no lo hizo con suficiente rapidez. Sus rivales, además, no sufrían los costos de ser propietario de 200 hoteles, 500 agencias de viaje y 105 aviones.
Thomas Cook Group no es la única que sufre ese tipo de presiones. TUI Group AG, basada en Hannover, Alemania, se ha dedicado más a cruceros y hoteles, y menos a tours.
Pero hubo otros factores del colapso de la empresa británica.
Según ejecutivos de la compañía, se debió en parte a la incertidumbre causada por la salida británica de la Unión Europea, tanto de consumidores que temen por sus finanzas personales, como por la fecha, ya que la primera fecha establecida para el Brexit fue el 31 de marzo, pocos días antes de la temporada de la Semana Santa europea.
Las agencias de viaje tuvieron que emitir directrices a la clientela sobre qué hacer en caso de que ocurra un Brexit sin acuerdo. Además, la salida británica del bloque comunitario ha deprimido el valor de la libra, con lo que los viajeros británicos quedaron con menos poder de adquisición.
Después del 2010, las revueltas de la Primavera Árabe ahuyentaron a los británicos de lugares vacacionales tradicionales como Egipto y Túnez. Las agencias de viaje cambiaron su enfoque hacia el oeste del Mediterráneo, como las Islas Canarias, pero la demanda para esos destinos también disminuyó.