Roberto es comerciante del tianguis de 'cárcel', como se conoce popularmente al mercado rodante que se ubica todos los miércoles en el pueblo de Santa Martha Acatitla, en la delegación Iztapalapa de la Ciudad de México, su giro de negocio es vender ropa usada, de la cual, según comentó a El Financiero, obtiene ganancias de hasta 500 por ciento.
"Es ropa que viene del mercado de los Estados Unidos, que es una sociedad altamente consumista donde las temporadas están bien marcadas y cuando terminan toda esa ropa se desecha. Es un tema (también) de que es lo que queda en los grandes almacenes, como los outlets", explicó José Manuel Martínez, director general de la Cámara Nacional de la Industria del Vestido (Canaive).
"Otra parte viene de las ventas de organizaciones como el ejército de salvación en ese país, donde la gente hace donaciones, pero como no todo es colocado (a la caridad) lo tienen que vender, y de ahí viene toda esa ropa", añadió.
Estas 'pacas' son adquiridas en paquetes de entre 100 y 200 piezas con artículos nuevos y usados. Son vendidas por personas con contactos en el vecino país que las introducen de manera ilícita en territorio mexicano de acuerdo con la Canaive.
"La importación y venta de ropa usada en México está prohibida por ley, motivo por el cual todas las importaciones que se realizan para revender la ropa usada están al margen de la ley. Esto es principalmente por cuestiones sanitarias", agregó el directivo.
De acuerdo con un sondeo entre comerciantes realizado por este medio, el precio promedio de una 'paca de ropa' ronda los 800 pesos y cada pieza, si es usada, se vende en un precio de entre 5 y 20 pesos; si es nueva puede puede ser despachada en precios superiores a los 100 pesos, dependiendo la marca.
Según Martínez, el impacto en la industria del vestido ilegal no puede ser cuantificado dada la naturaleza ilegal de este negocio. Sin embargo, se reconoce como sus principales consumidores a personas de bajos recursos.
Empresas