Cuando falleció el padre de Hiroe Tanaka, le dejó algo que cambiaría su vida: una receta para cocinar carne frita en un palillo. Fue un acto de amor. A su hija le encantaba la comida callejera japonesa conocida como kushikatsu, y él pasó horas y horas buscando la receta perfecta.
La nota manuscrita, que explicaba en detalle cómo cocinar el plato aparentemente sencillo, ayudó a salvar una empresa de restaurantes de la bancarrota en 2008, elevó a Tanaka de empleada de medio tiempo a vicepresidenta de una compañía que lleva su nombre y la hizo millonaria.
La mujer que no terminó la universidad y llegó a trabajar como secretaria ahora decide la estrategia de Kushikatsu Tanaka, de 82 millones de dólares.
"Rindo honor a mi padre todos los días", dice Tanaka, de 46 años, en una entrevista. "Todo sucedió por la receta".
Kushikatsu Tanaka ha progresado mucho desde que abrió su primer restaurante en Tokio en diciembre de 2008, cuando Tanaka y Keiji Nuki, el presidente de la empresa, utilizaban equipo de cocina de segunda mano para mantener bajos los costos.
Kushikatsu Tanaka ahora tiene 146 sucursales por todo Japón y una en Hawái. Planea abrir 40 más este año.
El kushikatsu, un plato que se hace rebozando carne ensartada y verduras, friéndolas en mucho aceite y luego cubriéndolas de salsa, es común en las calles de Osaka, en el oeste de la principal isla de Japón, donde se crió Tanaka.
Es menos conocido en otras partes del país. Surgió como colación rápida para trabajadores.
Cuando era chica, cada vez que le preguntaban qué quería comer en ocasiones especiales, Tanaka siempre decía kushikatsu.
Su padre, dice ella, notó algo que los demás no vieron: que cocinar es un arte. El aceite, el rebozado y la salsa deben estar en su punto justo. Durante años, él usó las horas en las que no trabajaba de agente inmobiliario para perfeccionar el kushikatsu para ella, dice Tanaka.
Luego, cuando Tanaka tenía 21 años, falleció su padre.
Tanaka siguió con su vida, haciendo tareas administrativas en una agencia de publicidad tras decidir no terminar una carrera universitaria en Literatura, e intentó sin éxito replicar el kushikatsu de su padre.
A fines de los años 90, entró a trabajar para Nuki, que en aquel entonces administraba un bar en Osaka, porque quería concentrarse en cocinar. Uno de los platos que siempre trataba de cocinar era el kushikatsu.
"No era tan sencillo como pensaba", dice. "Empecé a pensar que tal vez no podía hacerlo después de todo".
Cuando la crisis financiera global golpeó en 2008, redujo los clientes dispuestos a gastar dinero en los restaurantes de Nuki. Él le dijo a Tanaka que se terminaba todo: iba a cerrar y era hora de irse a casa.
Tanaka no estaba dispuesta a rendirse. Incluso se ofreció a tomar un préstamo para la empresa a su nombre. Pero aceptó que era hora de dar un paso atrás y comenzó a hacer las maletas.
Fue entonces que la encontró. Estaba en una caja de notas y recuerdos de su padre. Él sí le había dejado el secreto de su kushikatsu.
Nuki, transformado en fan del kushikatsu, decidió hacer un último intento de conquistar la escena tokiota de los restaurantes.
Él encontró una propiedad pequeña en un área residencial tranquila fuera del centro de Tokio, donde los alquileres eran más baratos.
Llenó la cocina de utensilios de sus antiguos establecimientos y lo que faltaba lo compró en un sitio web de subastas. "Mucha gente me dijo que no lo hiciera, que el lugar no atraería gente porque no había otras tiendas cerca", dice.
Pero el kushikatsu de Tanaka se viralizó.
La gente hacía fila para entrar incluso a la 1 de la madrugada. Nuki tuvo que poner más mesas en la acera. Los vecinos se quejaron por la cantidad de bicicletas estacionadas cerca de la tienda. Los pasajeros de autobuses miraban las largas filas con curiosidad.
Nuki y Tanaka añadieron una segunda y tercera tienda. En todos ellos se afanaban los clientes. Cuando una rival de Kushikatsu abrió en la zona de moda de Shibuya de Tokio, los dos decidieron que era el momento de convertir su negocio en una franquicia.
"Al principio, no me gustaba la idea de tener otras personas involucradas", dijo Tanaka. Sin embargo, "lo que más odiaba era tener gente en Tokio probando Kushikatsu hecha por imitadores y salir con una imagen negativa de que tiene mal sabor", agrega.
Kushikatsu Tanaka informó 316 millones de yenes (2.9 millones de dólares) en sus ganancias operativas para el año terminado de noviembre, un aumento del 57 por ciento respecto a los 12 meses anteriores.
La acción ha llamado la atención de analistas de la industria, con tres corredurías que iniciaron la cobertura este año. Una dice 'comprar' y dos recomiendan 'mantener'.
Ryotaro Sawada, analista de Ace Securities Co, que tiene una recomendación de 'neutral' para las acciones, suena con cautela. "La compañía está apuntando a 40 tiendas este año, pero los inversores deben ser conscientes de las probabilidades de que el número esté por debajo de esa meta dada la competencia".
Kushikatsu Tanaka negocia a 31 veces las ganancias al cierre del viernes, frente a un promedio de 26 veces para 194 empresas en el índice de comercio al por menor Topix.
Los analistas esperan que la acción aumente un 17 por ciento en los próximos 12 meses.
Tanaka,alguna vez parte de la legión olvidada de trabajadores de tiempo parcial de Japón, es propietaria de un 4 por ciento de la compañía, una participación que ahora tiene un valor de más de 3 millones de dólares.
En cierto modo, es el último regalo de su padre. En cuanto a la receta, se dice que sólo ella y Nuki lo han visto desde que lo encontró, y van a seguir siéndolo.
"El kushikatsu es mi vida", dice Tanaka. "No sé qué haría sin él".