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Día de Muertos: Calaveras y dulces para salvar a artesanos de la crisis

Los artesanos mexicanos se alistan para una de las épocas más fructíferas y espirituales del año, el Día de Muertos.

Calaveras de azúcar elaboradas en la fabrica de alfeñique de la Dulcería Jiménez Hermanos. (Sáshenka Gutiérrez/EFE)

Ciudad de México.- Los artesanos mexicanos se alistan para una de las épocas más fructíferas y espirituales del año, el Día de Muertos, fabricando las icónicas calaveritas de azúcar o modernos objetos como platos de vidrio reciclado con las tradicionales figuras de la temporada.

Comestible, colorida y alegre, la figura de un cráneo revestido de dulce, conocido como la calaverita de azúcar, se ha convertido en una de las artesanías más icónicas del país y de los festejos mexicanos del 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre.

Esta celebra a los difuntos y a su vez parodia con humor blanco el destino que a todos espera, la muerte, al portar en la frente un pequeño letrero con el nombre de quien la recibe.

“Nosotros estamos pensando que todo México va a poner una ofrenda para el día 2 de noviembre, para recibir a los fieles difuntos”, asegura este lunes a Efe Guillermo Jiménez, uno de los ocho hermanos que mantienen viva la tradición de Día de Muertos desde sus talleres de la Dulcería Jiménez Hermanos, en Ciudad de México.

Guillermo es parte de una de las casas productoras de esta artesanía más longeva de la ciudad.

La tradición y legado de los Jiménez se remonta a su abuelo, quien realizaba calaveras de azúcar como un pasatiempo en Contepec, en el occidental estado de Michoacán.


Y según cuenta, más tarde sería su padre quien en los años 20 del siglo pasado establecería el negocio en Ciudad de México.

Con tan sólo cuatro años, Guillermo comenzó a involucrarse en el negocio y recuerda que su trabajo “era ponerle ojitos con lápiz a las calaveras del número cero (las de tamaño más pequeño)”.

“Aprendí trabajando todos los días”, rememora.

FRENTE A LA CRISIS

Así como él, una nueva generación familiar ya se prepara y alista para continuar con el patrimonio que han labrado durante más de un siglo.

El estimado de calaveritas que la Dulcería Jiménez Hermanos produce al año va de 200 mil a 250 mil unidades. El trabajo comienza en septiembre y termina en octubre.

La empresa, que también comercializa otros dulces mexicanos tradicionales el resto del año en su puesto en el mercado de La Merced, no estuvo exenta de la crisis que atravesó el mundo por el coronavirus en el 2020 y que continúa hasta ahora.

“No hay negocio que no lo haya sentido. El año pasado trabajamos al 50 por ciento, cerramos tres meses y sólo se pudo vender el 50 por ciento de lo que normalmente hacíamos. Este año pienso que estaremos vendiendo a un 65 por ciento de las ventas normales”, asegura Guillermo.

ARTESANÍAS CON CONCIENCIA AMBIENTAL

Al sur de Ciudad de México se encuentra el taller de Susana Paniagua, una mujer artesana y trabajadora del vidrio que encontró en el reciclaje una oportunidad de seguir las tradiciones del Día de Muertos sin impactar al medioambiente y ofreciendo un producto original.

“Nosotros vimos que a las técnicas artesanales aprendidas les podíamos aplicar materia prima reciclada para bajar costos y ayudar al medioambiente. La gente se ha interesado demasiado y nos hace muchos pedidos”, explica en entrevista con Efe.

Según cuenta Paniagua, la inspiración para dedicarse a las artesanías nació en la infancia al ver a su abuela realizar manualidades.

Con ese antecedente y después de haberse preparado en diversas técnicas, Susana impulsa hoy junto con su esposo su taller que no olvida las tradiciones.

Vidrio reciclado, cartón, latas de refresco, bolsas de plástico, periódico y envases de leche son algunos de los materiales que la pareja utiliza para realizar joyería, cestería, calaveras decorativas, platos y un sinfín de objetos.

“En el vidrio nos ingeniamos un esténcil (plantilla) para poder plasmar la figura del cráneo o de la catrina al fondo del plato a través del termoformado (un proceso para transformar materiales). Con pasta de papel hacemos catrinas y también utilizamos la técnica de papel maché”, explica.

Susana y su esposo comienzan en mayo a preparar el terreno para las festividades del Día de Muertos, que llegan a su máximo esplendor entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre.

A la par, se preparan para la Navidad desde septiembre.

Si bien reconocen que las ventas bajaron el año pasado por la pandemia, aseguran que sus clientes de siempre han seguido comprando y que el último trimestre del año es el más fuerte para su negocio.

Un poco de esperanza para estas manos artesanas que esperan este 2021 recuperar el terreno perdido en el fatídico 2020, en el que la economía mexicana se desplomó un 8.2 por ciento.

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