La Casa Blanca enfrenta una creciente presión para que explique la relación entre el presidente Donald Trump y el Kremlin, luego de que Michael Flynn fuera despedido de su cargo como asesor de seguridad nacional tras alegaciones de que es probable que haya ilegalmente discutido el tema de las sanciones con el embajador de Rusia en Washington.
La abrupta salida de Flynn después de 24 días desempeñando su papel en la Casa Blanca ha intensificado la atención sobre los vínculos de la administración del presidente Trump con Rusia, y le ha imposibilitado a la Casa Blanca convencer a los escépticos de que todo está bien dentro del 'Ala Oeste'.
Flynn fue despedido el lunes debido a un creciente escrutinio sobre alegaciones de que él discutió las sanciones de EU contra Rusia en llamadas telefónicas con el embajador ruso antes de la inauguración de Trump y luego engañó al vicepresidente Mike Pence en relación con esas llamadas. La prensa estadounidense reportó que el Departamento de Justicia le había advertido a la Casa Blanca hace semanas que esto hacía que Flynn fuera susceptible al chantaje.
Sean Spicer, el portavoz de la Casa Blanca, dijo el martes que Trump había llegado a la conclusión de que no había ninguna cuestión legal, pero que estaba enojado porque Flynn no había sido honesto acerca de las llamadas.
Cuando se le preguntó si el presidente le había dicho a Flynn que discutiera las sanciones con el embajador ruso, Sergey Kislyak, Spicer respondió: "No, absolutamente no".
Mark Warner, el demócrata de más alto rango en el comité de inteligencia del Senado, dijo que los informes de que la Casa Blanca había sido informada hace semanas planteaban "preguntas profundamente preocupantes", y agregó que el público necesitaba saber si se le había pedido a Flynn que hiciera las llamadas. Roy Blunt, un miembro republicano del comité, declaró que los investigadores debieran perseguir el caso hasta que "nadie dude que este incidente se investigó a fondo".
Los políticos rusos dijeron que la salida de Flynn no representa un buen augurio para el cambio en las relaciones bilaterales que Moscú deseaba. "Incluso considerar el diálogo con los rusos es visto como un crimen de pensamiento por los 'halcones' en Washington", comentó Konstantin Kosachev, el presidente del comité de asuntos exteriores en la cámara alta del parlamento. "La rusofobia ha infectado hasta a la nueva administración", agregó Kosachev.
Los asistentes congresuales en Washington indicaron que las nuevas revelaciones sobre Flynn probablemente provocarían más investigaciones por parte del Congreso, de las agencias de inteligencia y de las agencias del orden público. Según lo expresado por un ayudante congresual republicano: "No es como si muchos republicanos lo estén defendiendo".
Los vínculos de la administración del presidente Trump con Rusia son objeto de investigaciones separadas por parte del FBI y de los comités de inteligencia de la Cámara y del Senado.
Los funcionarios del FBI han estado perplejos por la conducta de Flynn, según dijo un exfuncionario, señalando que el exagente de inteligencia debe haber sabido que las agencias de espionaje estadounidenses iban a escuchar sus llamadas. "¿Qué pensó que iba a pasar?", comentó el exfuncionario del FBI.
La renuncia representa una vergüenza para un presidente que se jactaba de que contrataría "a la mejor gente", y atrae una indeseable atención a su relación con Rusia. Tanto demócratas como republicanos han estado desconcertados durante más de un año por la renuencia de Trump a criticar al presidente ruso Vladimir Putin.
"Éste es un gran problema para el presidente, porque se trata de Rusia de nuevo", declaró Timothy Naftali, un historiador presidencial de la Universidad de Nueva York. "El reto para el presidente Trump es que Flynn está envuelto en el problema de Rusia y en el problema de Putin".
Los demócratas están pidiendo versiones de "¿Qué sabía el presidente y cuándo lo sabía?", la línea que el escándalo de Watergate hiciera famosa. Bajo presión el viernes, Trump dijo que no estaba al tanto de la controversia. Pero los críticos han cuestionado cómo el presidente podía no saberlo dado que el Departamento de Justicia había dado señales de alerta.
Spicer señaló que a Trump se le había informado de la situación después de que el Departamento de Justicia notificara a la Casa Blanca, y que el presidente le había pedido al consejero legal de la Casa Blanca que examinara el asunto. Cuando se le preguntó a Spicer por qué Trump había declarado no estar al tanto sobre el tema el viernes, él indicó que el presidente se refería a una historia específica en el Washington Post y no a que no estaba consciente del escándalo.
También te puede interesar:
¿Cómo es el mundo del personal privado?
Conflictos de interés abundan en la Casa Blanca
Por qué vale la pena salvar el orden liberal
Financial Times