El presidente chino Xi Jinping finalmente concedió a su contraparte ruso el miércoles el tan esperado contrato para el suministro de gas, concluyendo así una década de negociaciones durante la cual el crecimiento económico de China inclinó la balanza bilateral de poder a favor de Beijing.
Bajo los términos del acuerdo de 400 mil millones de dólares, Gazprom le proporcionará a la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC) 38 mil millones de metros cúbicos de gas natural durante un periodo de 30 años. A Vladimir Putin el acuerdo le ofrece la oportunidad de reducir la dependencia rusa de sus clientes europeos, agraviados por la anexión de Crimea por parte de Moscú y la desestabilización del este de Ucrania.
"Al menos simbólicamente, (los rusos) han demostrado que pueden encontrar terrenos de interés común con China para enviar esta poderosa señal," dijo Fyodor Lukyanov, director del Consejo de Política Exterior y de Defensa, un centro de estudios de Moscú. "China no se aprovechó de la situación actual para su propio beneficio".
El Sr. Putin presenció la ceremonia de firma pocas horas antes de tomar su vuelo para partir de Shanghai. Ya para ese momento había participado en casi dos días de pompa y solemnidad, incluyendo el inicio de ejercicios militares conjuntos.
"Esos ejercicios nos indican que nada nos detiene para lograr una verdadera alianza," dijo un funcionario gubernamental ruso, familiarizado con la política de Moscú hacia Asia. "Y que Rusia se esté acercando a China, es el único argumento que queda para poder convencer a EU que se vuelva a relacionar con Rusia, porque Washington no quiere que eso suceda".
Sin embargo, para China el trato probablemente tendrá mucha menor importancia geopolítica a pesar de su deseo de diversificar sus suministros de petróleo y gas.
Algunos analistas chinos vieron el acuerdo primeramente como una señal de que Moscú necesita el apoyo de Beijing.
"Putin conoce sus límites," dijo Wang Yiwei, experto en relaciones sino-europeas de la Universidad Renmin de Beijing. "Rusia no es la Unión Soviética. No es un imperio".
Beijing está muy consciente de que el comercio bilateral con EU es tres veces mayor que sus flujos comerciales con Rusia.
"China todavía quiere construir una gran relación de poder con EU," añadió el Sr. Wang. "La interdependencia de China con el mundo, especialmente con occidente, es mucho mayor que la de Rusia. Estamos más interesados en nuestras relaciones con occidente. Nos estamos beneficiando de la globalización." Rusia se unió a la Organización Mundial del Comercio en 2012, más de una década después de que China lo hiciera.
Ninguna de las partes reveló detalles importantes de precio del acuerdo de gas y aún no se han acordado los esquemas de financiamiento para los gasoductos y demás infraestructura necesaria que hay que construir. El gas no empezará a fluir hasta 2018, y el volumen concebido es equivalente a solamente 16 por ciento de las exportaciones actuales de Gazprom.
"Putin está diciendo 'si no me quieres, me giraré hacia el oriente' pero en realidad no puede hacer eso," dijo un ejecutivo de la industria. "Si usted ve el panorama, todos los oleoductos van hacia occidente. Necesitarán una amplia inversión para ir hacia el oriente. Y los campos que están cerca de China no son muy productivos".
Las negociaciones para el acuerdo de suministro de gas comenzaron hace una década entre el Sr. Putin, en aquel momento en su primer periodo como presidente, y el predecesor del Sr. Xi, Hu Jintao.
Las conversaciones posteriores se habían complicado por el estricto régimen de control de precios chino, que fijó los precios internos por debajo de los niveles internacionales.
Sin embargo, los costos de financiamiento de la infraestructura requerida para extraer y transportar el gas siberiano hacia China han estado subiendo.
Tales consideraciones prácticas fueron más importantes para el Sr. Xi que la utilidad del Sr. Putin como contrapeso de occidente, lo cual llevó al gobierno chino a negociar con mucha firmeza.
La crisis en Ucrania también puso a prueba la paciencia de Beijing con su vecino del norte. Aunque China ha tenido cuidado de no criticar la anexión de Crimea por parte de Moscú y su gran población pro-rusa, Cheng Xiaohe, de la Universidad Renmin, dice que la movida sembró dudas acerca de la "credibilidad" de la tradicional insistencia china de que ningún país debe inmiscuirse en los asuntos internos de otro país.
Además, creó un precedente inquietante para algunas de las propias regiones intranquilas de China, como Xinjiang, donde los ataques de los separatistas musulmanes uigures se han convertido en un fenómeno prácticamente semanal, y para el Tíbet.
"China tiene sus propios problemas," dijo el Sr. Cheng. "Tenemos terrorismo en Xinjiang, pero también tenemos problemas con el Tíbet, y Taiwán aún permanece fuera del control del gobierno chino. Así que si se toman en cuenta todos los factores, es difícil decir que China se benefició mucho (de la crisis en Ucrania)."
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