Altos funcionarios militares y diplomáticos de Washington han establecido sus condiciones para la cooperación con Rusia, exigiendo a Moscú que cumpla plenamente con el acuerdo de paz internacional sobre Ucrania, en lo que constituye una reafirmación de las prioridades de la administración Obama.
Los comentarios de Rex Tillerson, secretario de Estado, y James Mattis, secretario de Defensa, se produjeron en medio de acusaciones de que otros colaboradores cercanos a Donald Trump habían sostenido comunicaciones inapropiadas con funcionarios rusos, un escándalo que esta semana llevó al despido de Michael Flynn, el asesor de seguridad nacional de Donald Trump.
Su mensaje decepcionará a aquellos en Moscú que esperan que la llegada de Trump a la Casa Blanca marque el inicio de un deshielo en las relaciones ruso-estadounidenses; y sugiere que los funcionarios del gabinete sin vínculos personales con el nuevo presidente podrían intentar restablecer una agenda de política exterior más convencional.
Tillerson dijo el jueves que Washington estaba dispuesto a trabajar con el Kremlin si hay zonas de cooperación, pero Moscú tendría que cumplir con sus compromisos ante el conflicto en Ucrania.
Habló después de una reunión en Bonn con Sergei Lavrov, su homólogo ruso en el primer contacto directo de alto nivel entre los dos gobiernos desde que Trump se convirtió en presidente de EU.
En una reunión de la OTAN en Bruselas, Mattis adoptó una postura similar, diciendo que Washington y Moscú "ahora no estaban en situación de colaborar a nivel militar". Pero agregó que los "dirigentes políticos estadounidenses y rusos se reunirán para tratar de encontrar un terreno común".
Moscú había previsto que la presidencia de Trump condujera a un nuevo acercamiento entre EU y Rusia.
Trump había elogiado en repetidas ocasiones al presidente Vladimir Putin durante la campaña y cuidadosamente evitó criticar las políticas del Kremlin. Su elección de Flynn — un partidario de una política conciliatoria con Rusia quien se sentó junto a Putin en una cena de gala en Moscú en 2015 — había alentado al Kremlin a creer que estaba surgiendo una era menos hostil.
Pero los comentarios de Tillerson y Mattis sugieren que las diferencias sobre Ucrania continúan pesando en la relación entre EU y Rusia y socavan las esperanzas de una nueva distensión.
"En nuestra búsqueda de un terreno común, esperamos que Rusia cumpla con su compromiso con los acuerdos de Minsk y tome medidas para aplacar la violencia en Ucrania", dijo Tillerson después de su reunión con Lavrov, refiriéndose al acuerdo internacional para poner fin a los combates en el país.
Sean Spicer, portavoz de la Casa Blanca, también ha dicho que Trump "espera" que el Sr. Putin "devuelva" Crimea, una observación que provocó la furia de Moscú.
"Está claro que no podemos resolver todos los problemas, pero tenemos un entendimiento común: donde nuestros intereses coinciden, debemos avanzar", dijo Lavrov, agregando que Putin y Trump se reunirían "tan pronto como ambos líderes consideren que sea posible". Dijo que la cuestión de las sanciones occidentales contra Rusia no se había discutido.
Incluso antes del despido de Flynn, Moscú estaba empezando a preocuparse de que la nueva administración estadounidense parecía menos dispuesta a llegar a un acuerdo de lo que algunos en el Kremlin habían esperado.
"Llamamos a Washington, y nadie toma nuestras llamadas", dijo un exasperado funcionario ruso de política exterior la semana pasada.
Una semana antes de la investidura de Trump, funcionarios del Kremlin se estaban enfocando en una primera reunión cumbre con Putin para establecer un nuevo tono en las relaciones. Pero desde entonces, Moscú ha ido moderando las expectativas.
Al preguntársele si creía que Rusia había interferido en las elecciones en EU, Mattis dijo que "es indudable que han interferido o intentado interferir en una serie de elecciones en las democracias".
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