Hace diez años, cuando Jeff Bezos lanzó el lector de libros electrónicos Kindle en Nueva York, comentó que "el libro es tan altamente evolucionado y tan adecuado a su tarea que es muy difícil de reemplazar". El fundador de Amazon tenía razón: esta primavera, a pesar del trastorno digital desatado por el Kindle, abrirá una librería en Nueva York.
Existen signos de renacimiento del libro por doquier. Waterstones, la cadena de libros del Reino Unido, volvió a obtener ganancias el año pasado tras sufrir seis años de pérdidas. Las ventas de libros impresos en EU aumentaron en un 3 por ciento, mientras que las de libros electrónicos han caído. La tecnología digital no ha desatado la misma revolución en el campo de la publicación como la ocurrida con la música, con la televisión y con las noticias; todavía nos gusta leer libros.
La imperecedera popularidad del libro es ampliamente aclamada como el triunfo de una cálida historia de valores tradicionales sobre la fría y dura tecnología. Sin embargo, ésta no es la historia completa. También puede leerse como la narrativa del crecimiento de Amazon: si se reducen los precios, las personas compran más; si se aumentan los precios, compran menos.
Los clientes disfrutan el contacto táctil con los libros impresos: los estadounidenses leen un promedio de 12 libros al año, y la mayoría de ellos son libros físicos. Pero los clientes también prefieren los precios bajos, y no les gusta el hecho de que los libros electrónicos son relativamente costosos. Tomemos como ejemplo "Whistler", el nuevo éxito de ventas de John Grisham, el cual se estaba vendiendo en Amazon esta semana por 14.47 dólares en su versión de tapa dura y por 14.99 dólares en su versión para Kindle.
Ésa es la nueva realidad: los libros electrónicos de editoriales como Penguin Random House y HarperCollins a menudo cuestan más que los de tapa dura y que los de tapa blanda. Los esfuerzos del Sr. Bezos durante una década para promover la adopción masiva del Kindle mediante el descuento de los libros más exitosos a 9.99 dólares, y el haber vuelto los libros electrónicos más económicos que los libros físicos se han desvanecido. En la actualidad sucede lo contrario: Amazon favorece los libros impresos.
En otras palabras, no somos testigos de una revolución bibliófila contra la hegemonía digital de Amazon, sino del cambio de tácticas del Sr. Bezos. Según un analista, Amazon vendió 35 millones de libros impresos más el año pasado que en 2015 en EU, quitándole incluso una mayor participación de mercado a su antiguo competidor, Barnes & Noble (B&N). El aumento de 2 millones en ventas en librerías independientes estadounidenses fue un evento secundario.
Esto es desconcertante para cualquier persona que haya presenciado las incesantes luchas entre Amazon y las principales editoriales durante la última década, con el Sr. Bezos intentando revolucionar la industria y con las casas editoras tratando de restringirlo. El Sr. Bezos incluso consiguió que el gobierno estadounidense estuviera de su parte con su demanda antimonopolio de 2012 contra Apple y contra las grandes editoriales por conspirar para fijar los precios de los libros electrónicos.
Pero después de haber luchado por el derecho a fijar los precios de los libros electrónicos de la misma manera que los precios de los libros impresos, Bezos cambió su posición. Hace dos años, Amazon firmó nuevos acuerdos con las editoriales que limitaban las rebajas en los precios de libros electrónicos, y los precios aumentaron poco después. Los libros de tapa dura y de tapa blanda son relativamente económicos porque Amazon los rebaja; los libros electrónicos son costosos porque los rebaja menos.
La manera de ver esto es como la de una industria que alcanza un equilibrio competitivo después de una década de trastornos, con las fuerzas principales — Amazon por un lado y las cinco grandes casas editoras por el otro — 'aceptando' una tregua. Estas fuerzas no pueden aceptar una tregua formalmente, ya que provocaría una renovada acción antimonopolista, pero eso es lo que parece, con el resurgimiento del libro como parte de su distensión.
Esto es perfectamente lógico para Amazon. La compañía invirtió en el lanzamiento y en el desarrollo del Kindle y ahora domina el mercado de libros electrónicos: B&N ha recortado gastos en el Nook y los iPhones se utilizan más para otras actividades que para la lectura de libros electrónicos. Amazon necesitaba a los libros electrónicos baratos para promover los Kindle, pero esa urgencia ha pasado y la toma de algunas ganancias es racional.
El libro, en forma digital o impresa, ha sido más estable que otros tipos de medios. La música se ha enfrentado a olas de alteración: primero a la piratería, después a la gente escuchando canciones individuales en lugar de todo el CD, y por último al cambio de la compra a la suscripción a servicios como Spotify. Lo mismo no ha ocurrido con los libros: "Leemos libros uno a la vez y cada uno nos lleva días", comentó Douglas McCabe de Enders Analysis.
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Financial Times