Financial Times

China eclipsa perspectivas mundiales para 2016

No sólo la desaceleración de la economía china hizo sufrir considerablemente a los productores de energía y productos básicos.

Durante el año pasado China marcó la economía mundial como nunca antes.

No sólo la desaceleración de la economía china hizo sufrir considerablemente a los productores de energía y productos básicos.

También actuó como una fuerte limitante sobre el crecimiento en el resto del mundo en desarrollo, y frenó el crecimiento económico global.

Igualmente impactante fue la forma en que el colapso del mercado de valores de China y la mal administrada devaluación en el verano provocaron que la Reserva Federal estadounidense pospusiera un aumento de las tasas de interés en septiembre.

Ningún banco central es menos propenso a responder a las influencias externas al momento de tomar decisiones. La inesperada sensibilidad de la Reserva Federal en este sentido fue un indicador de cómo el mundo ha cambiado como resultado del ascenso de China. Y finalmente China cumplió su ambición de incluir el renminbi en la canasta de monedas de reserva del Fondo Monetario Internacional.

En 2016 China nuevamente será de gran importancia para determinar la trayectoria de la economía mundial y la dirección de los flujos de capital.

Pero esta vez la historia no será sobre una economía en desaceleración. Como indican las recientes cifras de producción industrial, las medidas para estimular la economía están teniendo impacto. La inversión se está recuperando en respuesta a la mayor inversión en infraestructura, sobre todo por parte de los gobiernos locales, lo cual refleja la relajación de las restricciones de financiamiento sobre ellos.

REGRESO AL ANTIGUO MODELO

Las empresas estatales también han estado invirtiendo mucho más.

Esto representa un retorno al antiguo modelo de crecimiento dirigido por la inversión y las exportaciones del que Beijing estaba intentando escapar.

Cuando a principios de este año se enfrentaron a una desaceleración, las autoridades del partido comunista cambiaron de rumbo, sin duda temiendo que el alto desempleo en las industrias más antiguas provocaría malestar social y una amenaza al poder del partido.

El próximo año será concluyente sobre si se han descartado los planes para reequilibrar la economía hacia el consumo y para continuar con la liberalización financiera.

Si así ha sucedido, China pagará un precio más alto posteriormente por perpetuar una costosísima asignación inadecuada de recursos.

El resto del mundo también pagará un precio. Un resultado negativo externo del modelo de crecimiento insostenible de China es que se han deprimido los rendimientos de muchas industrias a causa de la contribución de China al exceso de capacidad global. Ése ha sido un factor en los bajos niveles de inversión industrial en Estados Unidos y Europa desde la crisis financiera.

Una de las mayores preguntas planteadas por China se refiere a las guerras de divisas. La industria china ha estado luchando con una tasa de cambio poco competitiva. La decisión a principios de este mes de pasar a gestionar el renminbi en relación con una canasta de monedas ayuda ostensiblemente a la transición hacia una tasa de cambio más determinada por el mercado.

Pero también le ofrece una cortina de humo al Banco Popular de China para provocar una depreciación del renminbi. Una depreciación ordenada podría ser una proposición manejable para el resto del mundo, puesto que las economías avanzadas sufren de demanda deficiente. Una depreciación más precipitada sería otro asunto, sobre todo si desata un impulso proteccionista en Estados Unidos en un año de elecciones presidenciales.

Si las autoridades chinas recuperan su apetito por las reformas financieras, se podría sentir otro tipo de impacto fuera de China. Un cambio hacia la plena liberalización de la cuenta de capital liberaría el gran depósito de ahorros en los hogares y en los sectores corporativos y lo dirigiría a los mercados extranjeros.

La tentación de diversificarse hacia las inversiones en los países con derechos de propiedad más seguros y gobiernos estables sería abrumadora. Eso provocaría burbujas, especialmente en los relativamente estrechos mercados del mundo en desarrollo y también en los países ricos. Le pueden pasar cosas peores a una economía.

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