El comienzo de la Primera Guerra Mundial fue, se nos cuenta, acogido con confianza y júbilo por los pueblos de Europa. Algo similar parece estar ocurriendo después de años de crisis económica y agitación política en Grecia. Un creciente número de personas sienten que 'ya basta'. Los vehementes puntos de vista expresados en estas páginas por el economista italiano Francesco Giavazzi son compartidos por muchos en altos cargos. Mientras tanto, Alexis Tsipras, el primer ministro griego, acusa a los acreedores de Grecia de "saquear" a su país.
Olivier Blanchard, el comedido economista principal del Fondo Monetario Internacional, indica que aún pudiera llegarse a un acuerdo. Pero muchos están empezando a desear que se acabe ya con el problema. Sea cual sea el juego que los griegos pensaron que estaban jugando, puede que en la actualidad su gobierno sólo desee que se termine la humillación. Del mismo modo, cualquiera que haya sido el juego del Eurogrupo, puede que ahora sólo quiera que se acabe la frustración. Si es así, el incumplimiento, la salida y la devaluación griegos pudieran estar bastante cerca.
¿Perduraría entonces la euforia? Me temo que no. La suposición de algunos en la eurozona no es sólo que el caso griego es único, sino que el desastre que tanto se merecen esos 'pecadores' mejoraría el comportamiento de todos los demás. Pero la unión monetaria tampoco sería ya irrevocable. Surgirán nuevas crisis. Y cuando se presenten, la confianza en la Unión será parcial después de la salida de Grecia. Es posible que haya que implementar el programa de transacciones monetarias directas – anunciado por el Banco Central Europeo en el año 2012 – para calmar el nerviosismo. Pero pudiera fallar. La especulación autocumplida pudiera ocasionar aún más divorcios.
Algunos argumentan que Grecia al menos estaría en una posición mucho mejor después de un incumplimiento y salida. De hecho, es teóricamente posible que un incumplimiento a sus acreedores públicos – junto con la introducción de una nueva moneda, una enorme devaluación, el mantenimiento de una economía abierta, reformas estructurales y mejoras institucionales – represente una mejoría. Mucho más probable es un período de caos y, en el peor de los casos, el surgimiento de un estado fallido. Una Grecia que pudiera gestionar bien una salida también hubiera evitado la situación actual.
Ninguna de las partes debiera subestimar los riesgos. También es crucial evitar el desprecio tan característico de las situaciones tensas causadas por las negociaciones infructuosas.
La irresponsabilidad puede ser una falta grave, pero los griegos han respondido de una manera lamentable. Como el economista irlandés, Karl Whelan, señaló en una intensa respuesta al Sr. Giavazzi, la economía griega ha sufrido un colapso asombroso. De pico a valle, el PIB real agregado se redujo en 27 por ciento, mientras que el gasto real en la economía se redujo en un tercio. El saldo fiscal ajustado al ciclo mejoró en un 20 por ciento del PIB entre 2009 y 2014, y la balanza por cuenta corriente mejoró en un 16 por ciento del PIB entre 2008 y 2014. La tasa de desempleo alcanzó el 28 por ciento en 2013, mientras que el empleo público se redujo en un 30 por ciento entre 2009 y 2014. Un ajuste tan extremo hubiera destrozado la política de cualquier país.
Los europeos están ahora lidiando con Syriza a causa de esta calamidad. Pero también están lidiando con Syriza debido a su rechazo a reducir una mayor cantidad de la deuda en 2010. Éste fue un gran error, empeorado todavía más por el colapso subsiguiente de la economía griega. De hecho, la gran mayoría de los préstamos oficiales a Grecia no se hicieron para beneficiarlo en lo absoluto, sino para beneficiar a sus irresponsables acreedores privados. Los acreedores también tienen el deber de ser cuidadosos. Si son descuidados, corren el riesgo de sufrir grandes pérdidas. Si los gobiernos desean salvarlos, debieran pedirles a sus propios contribuyentes que salden la deuda.
Grecia también ya ha hecho importantes reformas, incluyendo a sus planes de pensiones y al entorno empresarial. Pero dar marcha atrás en relación a este tipo de reformas sería de hecho un gran error, tal y como lo indican el Eurogrupo y el FMI.
Puede que sea un alivio divorciarse de una pareja difícil. Pero la pareja aún existe, incluso después de que este matrimonio monetario se haya terminado. Grecia seguirá estando estratégicamente ubicado e incluso dentro de la UE. Ni los griegos ni sus socios debieran imaginar una ruptura total. La relación va a continuar. Sólo que será venenosa. Si, por desgracia, tal destino no puede evitarse, tendrá que ser manejado por un largo tiempo.
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Financial Times