Cuando Donald Trump pronuncie su anticipado discurso de clausura en Davos, él casi seguramente hará dos cosas: defenderá su deseo de "restaurar la grandeza de EU" (MAGA, por sus siglas en inglés) mediante la obtención de un sólido crecimiento; y citará el crecimiento en las bolsas de valores estadounidenses como evidencia de que la política de 'MAGA' está funcionando.
Pero hay una fluctuación de precios que Trump probablemente no mencionará, pero a la cual los inversionistas debieran prestarle urgente atención: el desconcertante estado del dólar.
En circunstancias normales, fuera de los efectos 'Trumpianos', los inversionistas siempre han supuesto que cuando un país tiene una economía en alza y tasas de interés en aumento, su moneda también debería fortalecerse. Y, en este momento, EU parece tener ambas.
Al comienzo de la reunión de Davos de esta semana, el Fondo Monetario Internacional (FMI) elevó su pronóstico para el crecimiento de EU en 2018 del 2.3 al 2.7 por ciento. Mientras tanto, el rendimiento de los bonos a 10 años recientemente se elevó a por encima del 2.6 por ciento, y la Reserva Federal (Fed) elevó las tasas en cinco ocasiones bajo el mandato de Janet Yellen.
Pero actualmente -contrariamente a la lógica normal- el dólar está cayendo. Un índice que sigue el comportamiento del dólar estadounidense en relación a otras seis divisas cayó un 10 por ciento en el transcurso de 2017, el primer año de Trump en el cargo.
Y, esta semana, el dólar cayó aún más, dejándolo un 2.6 por ciento más débil durante el mes, después de que Steven Mnuchin, el secretario del Tesoro estadounidense, dijera que "un dólar más débil es bueno para nosotros en lo que respecta al comercio y a las oportunidades".
Mnuchin luego suavizó esta afirmación declarando que sus comentarios simplemente señalaban el beneficio "fáctico" a corto plazo de una moneda débil. Pero el tono sorprendió a los operadores, ya que los anteriores secretarios del Tesoro de EU generalmente habían insistido en que deseaban ver una moneda fuerte.
E independientemente de cualquier sutileza verbal, la razón por la cual la declaración de Mnuchin provocó un escalofrío de tal magnitud fue que tocó una corriente de ansiedad subyacente más amplia que ha estado silenciosamente aumentando durante varias semanas. La inquietud ha surgido, en parte, porque nadie sabe por qué la divisa se está debilitando.
Algunos observadores han tratado de explicar este hecho señalando un reciente aumento en el déficit comercial. Pero esta excusa parece claramente débil, dado que el déficit representa una preocupación presente desde hace tiempo.
La política monetaria es otro posible factor: algunos inversionistas sospechan que la Fed probablemente se tornará más moderada este año. Pero esta "explicación" también parece algo débil. Después de todo, en términos relativos, la Fed es en realidad más de línea dura que la mayoría de los demás bancos centrales.
Es más probable que el culpable sea el mismo Trump; o, más específicamente, la profunda incertidumbre desatada por la postura global de Washington. El foro en Davos este año se ha visto envuelto en una sensación de optimismo económico a corto plazo. Pero bajo la exuberancia de la superficie también existe un trasfondo de temor acerca de los riesgos económicos a medio plazo del creciente proteccionismo, en parte provocado por la postura política de "EU primero" de Trump.
Mnuchin insiste en que estas preocupaciones son exageradas. "No usamos la palabra proteccionismo", le dijo él al Financial Times. Pero Wilbur Ross, el secretario de Comercio estadounidense, ha utilizado un lenguaje sorprendentemente belicoso para explicar cómo EU planea defender sus intereses económicos en el escenario mundial.
Ese tono ha alimentado la especulación de que, en el mejor de los casos, Washington actualmente está planeando usar una moneda más débil para respaldar su carrera hacia el crecimiento.
Sin embargo, también ha desatado preocupaciones de que, en el peor de los casos, la postura estadounidense pudiera provocar una serie de guerras comerciales durante los próximos meses. E incluso si estos temores son exagerados, está claro que la administración de Trump es profundamente ambivalente sobre el papel de EU como policía global. Esto deja a los operadores cuestionando si el país continúa comprometido a actuar como el eje del orden financiero global.
"Sólo se te puede confiar la gestión de la moneda de reserva del mundo si te importa el mundo", les dijo Deutsche Bank a sus clientes en una nota esta semana. "EU ha declarado unilateralmente que no le importa y eso conlleva un precio".
Quizás Trump cambiará esta percepción: él no es un líder al que le gusta usar la palabra "débil". Para él, es un motivo de orgullo que EU pueda atraer capital internacional. Si alguno de sus asesores económicos en alguna ocasión le explicara al presidente que sus políticas pudieran, con el tiempo, socavar el papel de EU como tenedor de la divisa de reserva mundial, él sin duda daría marcha atrás -o tuitearía- con horror.
Pero mientras el lenguaje de "EU primero" siga saliendo a borbotones de Washington, y de Davos, los inversionistas deberían prestarle atención a ese molesto dólar. Sí, las bolsas de valores de 'MAGA' son las que están acaparando los titulares. Pero el dólar estadounidense es el que aún puede ser el canario en la mina: una señal de la inquietud que acecha a la élite global.
Financial Times