Financial Times

El racismo en EU se enfrenta a un obstáculo de alta tecnología

Los racistas de hoy día suelen dar rienda suelta a sus ideas solamente tras puertas cerradas – y eso es lo que ha hecho que los últimos días sean tan intrigantes desde la perspectiva de la historia racial de Estados Unidos.

Los comentarios despectivos son como la pólvora del Internet – sólo hace falta pronunciarlos y se propagan por doquier.

Hace medio siglo atrás, era fácil detectar un racista en EEUU. Eran hombres engreídos como el fallecido George Wallace, quien orgullosamente se irguió en el capitolio de su estado y proclamó: "Segregación ahora, segregación mañana, y segregación por siempre".

Pero las cosas han cambiado. El Sr. Wallace, ex gobernador de Alabama, murió en 1998 después de disculparse por mencionar semejantes tonterías, y en nuestros tiempos políticamente correctos, todos excepto los más primitivos saben expresar su odio diplomáticamente cuando aparecen en público.

Los racistas de hoy día suelen dar rienda suelta a sus ideas solamente tras puertas cerradas – y eso es lo que ha hecho que los últimos días sean tan intrigantes desde la perspectiva de la historia racial de EEUU. Uno de los hombres blancos más ricos del país aprendió una dura lección esta semana – que incluso las expresiones privadas de racismo conllevan riesgos sustanciales en nuestro mundo con conexiones de alta tecnología.

Se llama Donald Sterling, el octogenario propietario de Los Angeles Clippers de la NBA. Entre los más grandes fanáticos de los deportes de EEUU, el Sr. Sterling se ha ganado una reputación como bufón. Desde que compró el club en 1981, éste ha acumulado el porcentaje ganador más bajo de cualquier equipo en cualquier deporte profesional de gran magnitud en EEUU, según el sitio web Grantland.

Su historial comercial ha sido a duras penas mejor. En 2009, acordó pagar $2.7 millones para resolver una demanda del departamento de justicia de EEUU acusándolo de tratar de impedir que afroamericanos, latinos y familias con niños alquilaran apartamentos en varios edificios de su propiedad en el área de Los Angeles.

Pero el alma oscura del Sr. Sterling sólo se convirtió en asunto de interés nacional la semana pasada. Fue entonces que TMZ, un sitio de chismes en línea, publicó la grabación de una conversación telefónica en la que el Sr. Sterling le dijo a una amiga – quien dijo en la llamada ser de origen mexicano y afroamericano – que no llevara a negros a los juegos de los Clippers.

Su razonamiento debe ser familiar para cualquiera que haya escuchado alguna vez la vieja exégesis de Malcolm X acerca de los esclavos de la casa y los esclavos del campo. Sonando como el prototípico dueño de una plantación del sur estadounidense, el Sr. Sterling le recordó a su amiga de piel morena que cuando ella lo acompañara en su casa – o sea, se sentara en la primera fila de la cancha – debía mantenerse a distancia de quienes trabajan la tierra.

"Me molesta mucho que desees . . . difundir que estás en compañía de negros", le dijo a la mujer, conocida con el nombre V Stiviano. "Puedes dormir con ellos, puedes traerlos, puedes hacer lo que quieras. Lo poco que te pido es que no lo anuncies a gritos".

La conversación se reveló cuando los playoffs de la NBA estaban empezando, y dio lugar a especulaciones de un boicot potencialmente costoso por parte de los jugadores de la liga, en su mayoría afroamericanos. Adam Silver, el comisionado de la NBA, actuó rápidamente el martes para evitar una rebelión potencial, expulsando al Sr. Sterling del deporte para siempre, imponiéndole una multa de $2.5 millones y comprometiéndose a hacer todo lo posible para forzar la venta de los Clippers.

La ironía de la repentina caída del Sr. Sterling es que este hombre retrógrado fue humillado por la tecnología. Hubiera podido continuar yendo a los partidos de los Clippers – quienes llegaron a los playoffs este año – si no hubiera sido tan fácil para alguien grabar sus comentarios y difundirlos en el mundo entero a través del Internet.

La implicación para el resto de nosotros es que el emitir discursos ofensivos se pone cada vez más difícil en EEUU – por razones estructurales. Los comentarios despectivos de casi cualquier tipo son una droga en el Internet – motivo de agitación para los tuiteros. Sólo hay que compartirlos y se regarán como la pólvora (y para ser justos con el Sr. Sterling, hay que señalar que no se sabe quién publicó sus comentarios privados – o por qué).

Las cosas han llegado al punto en que todos deberíamos probablemente pensarlo dos veces antes de hablar a espaldas de nadie. Aun con lo mal que le va al Sr. Sterling, podría haber sido peor. Él sólo va a perder un equipo de baloncesto. El pobre Mitt Romney pudo muy bien haber perdido la elección presidencial de 2012, cuando decidió hacer un comentario a puertas cerradas – pero delante de algún dispositivo de grabación – acerca del 47 por ciento de la población de EEUU que no paga impuestos federales y que es incapaz de lavar su propia ropa (o algo así).

A mí, por ejemplo, me caería bien un descanso de las declaraciones despectivas pronunciadas por individuos como el Sr. Sterling; escuchar las reacciones de los aficionados y los jugadores de la NBA a sus palabras me recordó cuánto dolor puede causar el lenguaje racista. Pero no puedo decir que me siento totalmente optimista con respecto a las probabilidades de que suceda. Lo bueno de las personas como el Sr. Sterling y el Sr. Wallace es que sabíamos con certeza sus puntos de vista. Su progenie racista tal vez sea más difícil de identificar.

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