¿Es éste el principio del fin para Donald Trump? Sólo Robert Mueller, el fiscal especial, puede responder esta pregunta, y quizás ni siquiera él. Pero su objetivo es claro.
La decisión de acusar a Paul Manafort, el exdirector de campaña de Trump, de lavado de dinero, evasión de impuestos y otros 10 cargos penales, es bastante espectacular. Nunca antes un director de campaña presidencial había sido acusado de lavar millones mientras trabajaba para un agente extranjero. Ni siquiera cerca.
El hecho de que Mueller rápidamente reveló que George Papadopoulos, un exasesor de campaña de Trump, confesó haber mentido al FBI sobre sus contactos con Rusia, consolidó el mensaje. Mueller podría haber publicado la hoja de cargos de Papadopoulos semanas atrás. Lo hizo dos horas después de hacer pública la acusación contra Manafort.
Hay tres cosas que son claras. En primer lugar, Mueller pretende demostrar que la campaña de Trump se coludió con Rusia. No podemos saber si tendrá éxito. Pero está claro que él está explorando cada pista disponible.
Papadopoulos claramente está cooperando con la investigación. Manafort, y su socio de negocios, Richard Gates, están bajo presión para que sigan su ejemplo. Los múltiples cargos en su contra que podrían resultar en muchos años tras las rejas les dan fuertes incentivos para lograr un trato negociado con Mueller.
Otros que se encuentran en la mira de Mueller incluyen a Michael Flynn, el primer consejero de seguridad nacional del Trump, quien renunció a su cargo poco después de ocuparlo por no haber revelado sus contactos de campaña con el gobierno ruso.
Más arriba en la cadena, los objetivos de Mueller podrían incluir a Donald Trump Jr., el hijo mayor del presidente, y a Jared Kushner, su yerno, los cuales se unieron a Manafort para reunirse con un abogado vinculado con el gobierno ruso durante la campaña.
*
Mientras más apriete Mueller, más acusaciones probablemente surjan. Como el investigador más avezado en EU, Mueller sabe lo que está haciendo.
En segundo lugar, Trump es un experto en distracciones. Probablemente habrá dramáticos fuegos artificiales en las próximas horas y días. Durante el fin de semana, Trump envió un aluvión de tuits sobre la presunta complicidad de Hillary Clinton con una compañía de uranio de propiedad rusa mientras era secretaria de Estado.
Los legisladores republicanos están amenazando con realizar investigaciones del Congreso sobre el papel de Clinton en la aprobación de la venta de una participación mayoritaria en Uranium One, una empresa canadiense que extrae aproximadamente una quinta parte del uranio extraído en EU.
Trump instó a entidades anónimas en Twitter a "HACER ALGO" sobre los "delitos" de Clinton. El mantra de "mándenla a la cárcel" está nuevamente en los titulares y está directamente relacionado con la sensación de vulnerabilidad de Trump.
En tercer lugar, la opinión más importante es la del partido republicano. Trump ha dejado claro que él quisiera despedir a Mueller. La mayoría de las personas consideran eso una obstrucción de la justicia, que es un delito procesable por juicio político. Ningún tribunal puede impedir que Trump despida a Mueller.
Tampoco ningún tribunal puede evitar que Trump indulte a personas a quienes Mueller acuse. Sólo el Congreso, que es republicano, puede exigirle cuentas a Trump, mediante el juicio político.
Hasta ahora, pocos republicanos han comentado acerca de la acusación de Manafort o el posible despido de Mueller.
Las encuestas de opinión sugieren que los votantes republicanos siguen respaldando firmemente a Trump, que es el número que más les interesa a los legisladores republicanos. A menos que eso cambie, Trump quizás sienta que puede salirse con la suya al destituir a Mueller. En ese punto, EU se sumiría en una crisis constitucional. Diría que las probabilidades de que eso ocurra son de más de 50-50.
Financial Times