Financial Times

La 'guerra' de AMLO contra los tecnócratas ha llegado más allá de México

Los críticos afirman que el presidente López Obrador no escucha consejos.

Todos los días, a las siete de la mañana, Andrés Manuel López Obrador habla directamente con los mexicanos y les promete a los votantes la verdad sin ambages. A veces, el presidente nacionalista de izquierda alaba a las personas "sabias", pero también usa la transmisión para criticar a los "tecnócratas irresponsables".

Los expertos en políticas ortodoxas educados en instituciones de élite de Estados Unidos han dominado la política mexicana durante tres décadas. Pero López Obrador los ha acusado de sesgo político, y les ha echado la culpa de la incapacidad de México para escapar del lento crecimiento, la corrupción y la desigualdad.

Después de asumir el cargo en diciembre, purgó rápidamente las capas gerenciales superiores e intermedias de los departamentos gubernamentales.

López Obrador también prometió realizar una "consulta popular" el 21 de marzo sobre si los últimos cinco presidentes de México deberían ser juzgados por aplicar políticas económicas neoliberales "fallidas" que, según afirmó, "saquearon" el país.

Sin embargo, en una época de creciente populismo, el presidente mexicano no es el único que sospecha de los formuladores de políticas. El presidente estadounidense, Donald Trump, prefiere seguir su instinto; el primer ministro de India, Narendra Modi, ha ridiculizado a los economistas occidentales y ha ejercido una gran presión sobre el banco de reserva; y el ministro de gabinete del Reino Unido, Michael Gove, declaró sin rodeos que la gente "ya se ha cansado" de los expertos.

Pero la guerra contra los tecnócratas ha tenido consecuencias más allá de México.

Las reuniones de inversionistas con el nuevo Gobierno en Nueva York en enero sobre Pemex recibieron fuertes críticas. Un inversionista describió el desempeño de la compañía petrolera estatal como una demostración de que "no sabían mucho sobre finanzas". Los críticos le achacaron las precarias presentaciones a la falta de experiencia.

Bajo una iniciativa de austeridad, López Obrador ha limitado el número de consultores a tres por ministerio. Y su promesa de evitar que los funcionarios ganen más que el presidente ha provocado un éxodo de funcionarios con experiencia —muchos de ellos del Banco de México, la Secretaría de Hacienda y Pemex— quienes renunciaron en lugar de someterse a grandes recortes salariales.

El gabinete de López Obrador sí incluye académicos respetados y un exjuez de la corte suprema, pero los críticos temen que el Presidente no escuche consejos y les preocupa que nadie esté dispuesto a desafiarlo.

El Presidente ha seguido adelante con sus prioridades: una política energética nacional, medidas enérgicas contra el robo de combustible, una nueva estrategia de seguridad, mayores beneficios sociales y un programa de aprendizaje para crear oportunidades y crecimiento.

Al mismo tiempo, la Secretaría de Hacienda ha revertido silenciosamente su exceso de despidos, y ha recontratado a algunos empleados para que asuman nuevos puestos.

Aunque López Obrador es muy popular, sus métodos han alarmado a los inversionistas.

Después de una "consulta popular", anunció que descartaría la finalización de un aeropuerto de 13 mil millones de dólares, ya parcialmente construido, el cual altos funcionarios les habían asegurado en privado a los inversionistas que estaba a salvo. El presidente quiere complementar el aeropuerto existente mediante la expansión de una base militar, rechazando el consejo de expertos de que operar los dos a la vez es incompatible.

Pero John Ackerman, profesor de derecho cuya esposa es la contralora del gobierno, defendió los cambios: "Durante años, los expertos han estado diciendo 'nosotros sabemos lo que es mejor'. Esto es refrescante".

Hasta ahora, el Gobierno ha recibido elogios por su prudencia financiera, pero los inversionistas se están preguntando qué pasaría si un crecimiento más lento pusiera en peligro los principales programas y promesas.

"Nos preocupa que México corra el riesgo de convertirse en un mercado emergente más típico", les escribió a los clientes Alonso Cervera, de Credit Suisse, "haciendo que la comercialización de activos mexicanos sea más vulnerable y volátil".

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