Estoy escribiendo estas palabras en vísperas de uno de los días más tontos y alentadores del año: el Día de los Inocentes que se celebra el 1 de abril en EU y el Reino Unido.
En general, se cree que debido al creciente impulso de la corrección política, el fanatismo de las oficinas de recursos humanos y la sensibilidad de los millennials, realizar bromas prácticas en las oficinas se ha convertido en una actividad indecorosa. Sin duda es así en muchas oficinas. Sin embargo, ésa no es toda la historia. Nunca debes hacerle una broma de ese tipo a un subordinado.
Tampoco es recomendable esconder el teléfono de un colega en el techo sobre su escritorio, obligándolo a treparse en el escritorio para contestarlo cuando suena. Pueden caerse, lesionarse y demandar por una carrera destrozada, como lo hizo una mujer policía en un tribunal de Londres el año pasado después de que la broma salió mal en una estación de policía de Essex. Es mejor seguir el ejemplo establecido por Penny Mordaunt.
En 2013, la diputada del Partido Conservador pronunció un breve discurso en Westminster sobre el bienestar de las aves de corral. "El bienestar de las gallinas y los gallos es un problema que me han planteado muchos constituyentes", dijo la reservista de la Marina Real, que logró mencionar "gallo" o "gallito" seis veces, junto con cinco menciones de "huevos". Más tarde admitió que lo había hecho después de una cena con sus colegas de la Marina, donde había sido "multada" con la obligación de pronunciar las palabras en la Cámara de los Comunes. Los opositores del Partido Laborista de Mordaunt se quejaron. Pero después se convirtió en secretaria del gabinete, lo cual demuestra algo más sobre la exitosa broma de oficina: funciona mejor cuando nadie resulta herido y el bromista está expuesto al mayor riesgo.
Obviamente, incluso las mejores bromas de oficina pueden ser contraproducentes. La semana pasada hablé con un analista de medios llamado Derek Terrington, cuyo nombre aún inspira alegría en la City de Londres.
A principios de la década de 1990, cuando trabajaba en el sector financiero para UBS, escribió una nota crítica sobre la oferta pública inicial (OPI) de la empresa líder de periódicos, Mirror Group Newspapers, de Robert Maxwell en la que publicó el titular 'Cannot Recommend a Purchase' (cuyas siglas eran 'Crap', o 'basura' en español). Cuando se le explicó al acrónimo al magnate, "se enfureció", dijo Terrington, quien poco después dejó UBS.
Hay una regla acerca de realizar bromas donde todos podemos estar de acuerdo: no lo consideres si estas en un banco de inversión.