Los inversores en los mercados emergentes esperaban un año de continuidad política en 2019, después de una serie de elecciones potencialmente transformadoras el año pasado. Pero después de un trimestre, el camino hacia las reformas a favor del mercado en las grandes economías en desarrollo parece ser tan difícil como siempre.
En México, los líderes de negocios están nerviosos debido a las movidas de Andrés Manuel López Obrador, quien asumió el cargo el 1 de diciembre, después de su victoria en las elecciones de julio. Reforzado por un índice de aprobación de 80 por ciento, ha impulsado propuestas que resuenan con los votantes, pero que han atemorizado a los inversionistas, los cuales temen que los gastos excesivos afectarán las calificaciones crediticias de grado de inversión del país.
Este mes, el subsecretario de Hacienda de México le dijo al Financial Times que se iba a suspender la construcción de una costosa refinería de petróleo. Era justo lo que los inversores querían escuchar. En pocas horas, sin embargo, la declaración del ministro fue invalidada por López Obrador, quien promovió el proyecto.
"Como gerente, tienes que aprender a formar un equipo, confiar en ellos, delegar y evaluar", dijo Ricardo Salinas, el tercer hombre más rico de México y miembro del consejo de asesores comerciales del presidente López Obrador. "López Obrador no parece estar haciendo eso. Tiene problemas de confianza y delegación".
Los sucesos en Brasil son aún más inquietantes. Allí, muchos inversionistas estaban listos para soportar las actitudes — que algunos han descrito como racistas, misóginas y homofóbicas — de Jair Bolsonaro, el excapitán de extrema derecha que asumió el cargo el 1 de enero, con el argumento de que su ministro de economía liberal implementaría reformas vitales en el sistema de bienestar. "Lo odio", me dijo un banquero brasileño de alto nivel esta semana, "pero Brasil necesitaba un cambio".
Lo que ha tomado por sorpresa a los mercados es la magnitud de la incompetencia de Bolsonaro. La semana pasada, él y su hijo Carlos, quien no tiene un papel formal en el gobierno nacional, ofendieron públicamente al presidente de la cámara baja del Congreso, la persona con mayor influencia en el proceso de aprobación de la reforma del sistema de bienestar que fue presentada a los legisladores el mes pasado.
Hasta ahora, los inversores habían confiado en que el impulso de la reforma aseguraría su aprobación; por primera vez existe un consenso entre los políticos brasileños de que si no se aprueba, la economía se derrumbará. Los inversionistas creían que se aprobaría independientemente de la incapacidad de Bolsonaro para tomar la iniciativa. "Pero él es tan incompetente que eso ya no es verdad", dijo el banquero.
Por ahora, la mayoría de los observadores esperan que la reforma sea aprobada este año, aunque en una forma muy diluida. Pero está en duda si será suficiente para impulsar el crecimiento económico de Brasil.
Por supuesto, los inversores de los mercados emergentes están acostumbrados a esto: si no fuera por el riesgo, no habría recompensa. Pero el crecimiento a largo plazo está en duda para muchas economías emergentes, especialmente a raíz de las repetidas rebajas en las perspectivas de este año.
Esto deja a la mayoría de los activos de los mercados emergentes a la merced de la Reserva Federal de EU y su disposición a seguir proporcionando dinero barato.
Mohamed El-Erian, asesor económico en jefe de Allianz, dijo que la solución radica en los esfuerzos para implementar reformas integrales a favor del crecimiento, "pero éstos carecen de diseño o se están implementando con demasiada lentitud en la mayoría de las economías emergentes". El resultado, advirtió, era que el crecimiento no sólo estaba rezagado con respecto al potencial, sino que corría el riesgo de reducir ese potencial.
Sería un error ignorar los esfuerzos de reforma realizados durante el último cuarto de siglo por muchos de los principales mercados emergentes. La libre flotación de monedas, el incremento de las reservas extranjeras y los mejores perfiles de deuda han fortalecido sus defensas contra los choques externos y han hecho que las crisis sistémicas sean menos probables. Pero éstos son los requisitos previos, no los garantes, del crecimiento. Las reformas para impulsar ese crecimiento son cada vez más difíciles de lograr.