Donald Trump tal vez quiera construir un muro en la frontera sur de EU pero hay algunas tendencias de Latinoamérica que no está intentando detener.
Con su estilo personal intimidante y su habilidad para expresar las inseguridades y quejas de sus seguidores, la campaña presidencial de Trump hace eco de muchos de los temas del populismo latinoamericano. Aunque a veces desprecia a los inmigrantes de la región, ha adoptado un estilo político que les sería muy familiar.
La ironía es que el populismo está comenzando a echar raíces en EU — al menos en algunas secciones del partido republicano — justo cuando grandes regiones de Latinoamérica se están cansando de la idea de un líder carismático que puede doblegar las instituciones del país conforme su voluntad. Esto se destaca esta semana con la visita de Barak Obama a Cuba seguido por su reunión de perfil más bajo con el nuevo presidente de Argentina.
Desde que las campañas presidenciales comenzaron el verano pasado, el éxito sorprendente de Trump y del demócrata Bernie Sanders se ha descrito como un surgimiento populista debido a su capacidad para canalizar la furia de sus seguidores con respecto a los salarios estancados y los pecados de la élite donante en la política.
Pero eso sólo explica una parte del atractivo de Trump. También está conectando con una amplia gama de sentimientos que tienen mucho en común con el populismo que ha sido una larga tradición en América Latina tanto en la izquierda como la derecha.
Su retórica en contra del orden establecido tiene un toque autoritario que demuestra una impaciencia profunda con las instituciones actuales del país. Su llamado a prohibir la entrada a los musulmanes hace eco de la idea de que el mundo está en contra de nosotros y Trump ha explotado el sentimiento de varias secciones de la población blanca de que sus valores y verdades tradicionales se están erosionando.
Entre el toque de violencia que se siente en sus eventos y las burlas que lanza contra oponentes, manifestantes y los medios, Trump ha adoptado un método político que se acerca al de Juan Perón, el dictador argentino cuya carrera duró de la década de 1950 a 1970, y Hugo Chávez, el líder de izquierda venezolano que murió en 2013. Al igual que Perón y su esposa Eva fueron pioneros en el uso de la radiodifusión para crear un vínculo directo con sus seguidores y Chávez tenía un programa semanal de televisión, Trump ha usado tanto los medios sociales como los programas de televisión realidad para crear su personalidad.
Aunque el sistema autoritario de Cuba pueda o no sobrevivir, la única certeza es que la isla se tiene que preparar para un futuro más allá de la sombra de los hermanos Castro. Los líderes republicanos que están empeñados en detener a Trump pueden consolarse en los cambios en estas corrientes políticas pero hay un último paralelo de la región que no muy reconfortante para ellos. Las élites pro empresariales de América Latina tienen una larga historia de desestimar a los candidatos populistas como bufones y payasos con poco futuro hasta que es demasiado tarde.
También te puede interesar:
La visita de Obama a Cuba, en la mirada de Financial Times
El énfasis de los candidatos en EU sobre los acuerdos comerciales es erróneo
Los robots son mejores inversores que las personas
Financial Times