Financial Times

Los CEO que dejan el cargo, ¿realmente se van?

Los nuevos líderes traen consigo una nueva perspectiva. Con demasiada frecuencia, sin embargo, ellos buscan el cambio por el simple hecho de cambiar.

Alex Ferguson, el exgerente del Manchester United, una vez ofreció la siguiente verdad universal sobre cómo comportarse con un sucesor: "Es injusto… tratar de retener la autoridad que una vez poseíste. Tienes que soltar las riendas y dejar que el nuevo hombre y el nuevo régimen hagan lo que les parezca mejor".

Alex estaba siendo bastante insincero. Después de que David Moyes asumió su cargo en 2013, el legendario entrenador se mantuvo como director del club. Las cámaras de televisión grabaron cada uno de sus ceños fruncidos mientras observaba desde las gradas los agitados esfuerzos de Moyes. Alex escribió en su libro de 2015, "Liderazgo", que estaban tratando de "mostrarme actuando como Statler o Waldorf, los dos cascarrabias de los Muppets, que siempre están criticando lo que está sucediendo en el escenario". Tal vez no haya sido un tormento deliberado, pero probablemente así lo interpretó Moyes, quien fue despedido después de sólo 10 meses.

La incómoda distensión entre Travis Kalanick y Dara Khosrowshahi, su sucesor como director ejecutivo de Uber, me recordó el riesgo de Statler y Waldorf. Kalanick todavía está en la junta directiva de la compañía de servicio de transporte privado. Él tiene que presenciar cómo el nuevo jefe cambia el equipo que él formó, cómo ajusta la cultura que él creó y cómo revierte el estilo gerencial que él notoriamente moldeó.

El autocontrol de Kalanick es admirable, aunque interesado. Como fundador, él tiene una gran participación en Uber, la cual empezó a cotizar en bolsa la semana pasada. La verdadera prueba de su autodisciplina se presentará si su sucesor mete a Uber en problemas nuevamente.

La responsabilidad de los directores ejecutivos que son empleados remunerados, en lugar de creadores de empresas, es más clara. "La regla general (de la empresa pública) debería ser que, una vez que dejas tu cargo como director ejecutivo, realmente te vayas", ha opinado Ian Cheshire, el exdirector ejecutivo de Kingfisher, el grupo minorista del Reino Unido. Él se puso a la disposición de Véronique Laury para asesorarla después de entregarle las riendas en 2015, pero tuvieron "quizás tres charlas". Él comentó: " Lo último que necesita tu sucesor es la continua presencia del fantasma (del director ejecutivo) actuando como pararrayos para cualquier oponente al cambio".

Los nuevos líderes traen consigo una nueva perspectiva. Con demasiada frecuencia, sin embargo, ellos buscan el cambio por el simple hecho de cambiar. Un enfoque que resulta en voltear todo al revés provocará a los gruñones como Statler y Waldorf. Y, lo que es peor aún, sembrará el caos entre los mismos miembros del equipo en los que el nuevo jefe necesita confiar.

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